La pena capital, o pena de muerte, es una práctica que durante siglos y milenios se ha mantenido en el mundo entero. No es sino hasta mediados del siglo XX donde organizaciones tan fuertes como Amnistía Internacional comienzan una labor para abolir dicha práctica.
En la actualidad 105 países han abandonado de alguna manera el uso de la pena capital. 57 países retienen la pena de muerte en sus legislaciones, 30 países mantienen la pena dentro de sus legislaciones, pero hace más de 10 años no la usan y solo 7 países usan la pena de muerte para delitos graves. (Amnistía Internacional, 2017)
Como se puede observar, el
trabajo que viene haciendo dicha organización está dando frutos relevantes. La
mayor parte del mundo se debate entre sí es legítimo y útil el hacer uso de la
pena capital o no. Aun dentro del mundo cristiano se vive este debate, algunos
arguyendo al principio de dignidad humana (lo mismo que alude Amnistía
Internacional), y al principio de Dios como dueño de la vida.
Lo cierto es que dicha
práctica es usada, muchas veces, para acallar a los adversarios, silenciar
voces de protesta o inclusive restringir la libertad de expresión. El presente articulo, por tanto, tratará de fijar una posición bíblica, mirando los
argumentos de las partes, analizando la Escritura y observando los
"pro" y los "contra". Esto se hará tratando de responder
las siguientes preguntas:
¿Qué posición es
verdaderamente bíblica? ¿Están mal las personas que defienden la legitimidad de
la pena de muerte, o son los abolicionistas los que yerran? ¿Qué hacer ante el
abuso de las autoridades en dicha práctica?
¿Cuál es la perspectiva correcta?
En pleno siglo XXI existe aún
un intenso debate sobre la aplicación o abolición de la llamada pena de muerte
o pena capital, algunos argumentan que es lícita y necesaria para refrenar la
maldad y la delincuencia, otros, contradicen indicando que esta no refrena la
delincuencia y es una medida extrema y denigrante. En medio de este escenario
se encuentra la Iglesia de Jesucristo. Cristo no pidió que fuésemos quitados
del mundo (Jn. 17:15), por tanto, es inevitable tener que fijar un punto o
convicción con respecto a este tema. He de partir indicando que no procuro ser
dogmático en la medida de indicar que, el punto de vista y conclusión que se
examinará es la correcta, cada creyente y seguidor de Cristo debe estar
plenamente convencido, en la conciencia, por la Escritura. Por tanto, mi labor
se fundamentará en exhibir las posiciones, lo que dice la Escritura, y la
posición que considero correcta.
Posición abolicionista
La posición abolicionista es
la que pide y hace esfuerzos para que la pena capital no solo deje de
practicarse, sino que sea eliminada de las leyes de justicia en todos los
países del mundo. Su principal promotor es la organización Amnistía
Internacional, la cual se compone por más de 7 millones de personas en todo el
mundo. Su influencia es tal que actualmente ha logrado la total abolición de la
pena capital en 105 países (Amnistía Internacional, 2017). Esta organización
social dice no asociarse a ningún sistema político, gobierno o religión, y sus
enfoques no son solamente en lo tocante a nuestro tema, pero para fines de este,
nos limitaremos solamente a la pena capital.
El argumento para buscar la
abolición de la pena capital se basa en el punto de la dignidad humana y el
derecho a la vida. Se ampara en que estos dos derechos, que consideran son
violados con la pena de muerte, están protegidos por la Declaración Universal
de los Derechos Humanos adoptada en 1948 por las Naciones Unidas (Amnistía
Internacional, 2017).
Los abolicionistas arguyen
varios problemas que hacen, según ellos, insostenible dicha práctica:
·
Es irreversible y se cometen errores: indican que es una medida
irreversible y que no hay manera de prevenir errores. Dicen que, en USA, por
ejemplo, desde 1973 se han exonerado a más de 150 personas que fueron
ejecutadas por la pena capital (Amnistía Internacional, 2017)
·
No es una medida de contrarrestar el crimen: los abolicionistas
manifiestan que repetidos estudios han demostrado que esta medida no reduce la
criminalidad en los países que mantienen la pena capital
·
La corrupción: sostiene que los gobiernos que aún sostienen la pena
capital, en reiteradas ocasiones han hecho uso de la medida tras juicios
empañados en injusticias
·
Discriminación: básicamente quien no posee recursos suficientes para una
buena defensa, tienen más probabilidades de ser sentenciado a la pena capital
que uno que sí los posee
·
Se usa como herramienta política: argumentan que los gobiernos en poder
abusan de la medida para silenciar a sus adversarios y opositores
Sin embargo, a pesar de que
Amnistía Internacional es la principal organización que lucha a favor de la
abolición, no es la única organización; en España funciona la Acción Cristiana
para la Abolición de la Tortura (ACAT) que es una organización cristiana
ecuménica compuesta por cristianos protestantes, católicos y ortodoxos donde,
básicamente, realizan la misma labor de Amnistía Internacional (ACAT, s.f.).
ACAT, además de los argumentos abolicionistas anteriores, suman uno más, al
incluir entre sus fundamentos el principio de que el ser humano, al ser
creación de Dios, tiene valor sagrado en sí mismo y, por tanto, es un
sacrilegio someter a tortura o pena capital a otro ser humano que porta la
imagen de Dios (ACAT, s.f.). Además de esto, el actual líder máximo de la
iglesia católica romana, el papá Francisco, solicitó vehementemente, la
abolición tanto de la pena de muerte, como de la cadena perpetua (El País,
2014).
Posición aprobatoria
El igual que la posición
abolicionista, la posición que aprueba, ve como legal y/o necesaria la pena
capital, se divide entre creyentes y no creyentes. Los aspectos generales en
los que se fundamenta la aprobación de la pena de muerte, son la necesidad de
dar un castigo ejemplar a los delitos de mayor gravedad que involucran crímenes
atroces, y la necesidad de contrarrestar el crimen. Los aprobacionistas
argumentan que esta medida sí refrena los índices de criminalidad y que lo que
se necesitan son mayores controles y juicios más rigurosos que permita que
quienes son sentenciados, sean realmente culpables.
Entre el lado de creyentes,
en su mayoría son países musulmanes, quienes usan la medida también como una
protección de propagación de doctrinas que vayan en contra de sus creencias. En
cuanto a los creyentes cristianos que aprueban la pena de muerte, estos,
basándose en Romanos 13:4 indican que el Estado tiene la potestad para aplicar
pena capital a quien realmente sea justo desde condenado.
¿Qué dice la Escritura?
Como se ha mencionado
anteriormente, ambas posiciones, abolicionista y aprobatoria, cuentan en sus
bandos con grupos de creyentes cristianos. Por tanto, a continuación, se
procederá a examinar el testimonio de la Escritura, para demostrar que, la pena
de muerte, es algo que la Escritura no condena.
En primer lugar, Génesis 4
relata el primer asesinato de la historia de la humanidad. Caín mata a su
hermano Abel, y en ese mismo instante se clama por justicia (Gén. 4:10), el
hecho de que Dios no le quitara la vida a Caín demuestra es más un acto de
misericordia, y muchos eruditos ven en el verso 15, una manifestación de
permisividad de Dios a la pena capital (Nyenhuis & Eckman, 2002).
El argumento que utilizan los
abolicionistas de que el hombre es imagen de Dios, antes que apoyar el
abolicionismo, apoya más la aprobación de la pena de muerte. En Génesis 9:6
Dios demanda la sangre de todo aquel que derrame la sangre del hombre, esto
indicaría la aprobación de la pena de muerte para los asesinos. Esto se
ratifica en la conocida ley de Talión (Éx. 21:23-25).
Más adelante, en la ley de
Moisés, aparte de ratificarse la pena de muerte, se amplía para incluir muchas
otras ofensas:
·
El asesinato se ratifica en Éxodo 21:12, 23-25; Números 35: 16-31
·
El trabajo en día de reposo: Éxodo 35:2
·
Maldecir a los padres, el adulterio, el incesto, y la sodomía: Levítico
20:9-16
·
La profecía falsa: Deuteronomio 13: 1-10, 18:20
·
La idolatría: Éxodo 20:4
·
La violación: Deuteronomio 22:25
·
El secuestro: Éxodo 21:16
·
La profanación de un lugar sagrado: Números 1:51; 3:10, 38
Finalmente, el Nuevo
Testamento, en Romanos 13:1-7, da una amplia información sobre la autoridad,
derecho y poder que Dios da a el Estado para ejercer poder. El verso 4 es
fundamental, pues nos dice que "lleva la espada para castigar al
malo". La palabra usada para espada es “machaira” que se refiere a una espada usada no solo en la batalla,
sino también en las ejecuciones (Nyenhuis & Eckman, 2002). El que Pablo
usará, inspirado por el Espíritu Santo, esta palabra, demuestra la aprobación
de Dios en la ejecución de los delincuentes (Nyenhuis & Eckman, 2002).
Es necesario, ante lo
anterior, aclarar que, a pesar de la rigurosidad de la Ley Mosaica en cuanto a
la aplicación de la pena capital, muchos eruditos comparten la opinión de que
estás no sé aplicaron frecuentemente, de hecho, la misma Escritura no narra
demasiados episodios donde se aplicara, a pesar de que la Nación de Israel era
bastante numerosa.
Esclavitud y pena capital: ¿Por qué apoyar abolir una y la otra no?
Una cuestión adicional que
puede surgir es en torno a la práctica de la esclavitud. En las Escrituras
encontramos dicha práctica, el mismo pueblo de Israel en ocasiones usó de esta
costumbre, y en el Nuevo Testamento, la iglesia apostólica no mandó a abolir la
esclavitud sino a que los amos tratarán dignamente a sus esclavos y más aún si
eran hermanos en la fe. A pesar de esto, la esclavitud fue abolida y muchos
eruditos y teólogos trataban de "cristianos confundidos" a quienes
apoyaban la continuidad de la práctica de la esclavitud. Ante esto ¿No serán
"cristianos confundidos" aquellos cristianos del grupo
aprobacionistas de la pena de muerte?
Lo primero que se debe tener
en cuenta es que los esclavos dentro de la comunidad judía no eran esclavos en
la manera denigrante que generalmente se conoce como esclavitud, esto se ve en
que algunos pudieran desear quedarse sirviendo por siempre a sus amos (Éx. 21:
5,6)
En segundo lugar, muchos
eruditos opinan que la esclavitud, en el primer siglo y antes, eran un sistema
económico muy fuerte que, de haberse abolido inmediatamente, el mundo hubiera
colapsado; es por esa razón que Dios no inspiró a los autores a abolir
inmediatamente esa práctica, pero en su providencia, “plantó la semilla para la
abolición” al demandar a los amos a que considerasen “hermanos” a aquellos
esclavos con la misma fe, y a tratar con respeto y humanidad a todos. Esto
preparó el camino a la abolición de dicha práctica.
Pero el argumento más fuerte
para no apoyar una aprobación de la esclavitud, a diferencia de la pena
capital, es que en las Sagradas Escrituras no encontramos ningún mandato a la
esclavitud, encontramos mandatos sobre el trato de esclavos, pero nunca a hacer
esclavos, de hecho, Éxodo 21: 1 nos muestra que la esclavitud no debería ser
perpetua a no ser por consentimiento del esclavo. Caso contrario sucede con la
pena capital, la cual, como vimos anteriormente, está establecida casi desde
comienzos de la historia humana.
¿Qué hacer como cristianos?
A diferencia de temas como la
política, la economía, la alimentación, aún el tema de la guerra; considero que
el debate sobre qué posición es la bíblica en cuanto al tema de la pena de
muerte, no está en un área tan confusa. El testimonio de la Escritura es
abundante, y la razón que dan los abolicionistas de la imagen de Dios en el
hombre para manifestarse en contra, en realidad apoya más la posición
aprobatoria, pues por ser el hombre imagen de Dios, es que Dios mismo demanda
la sangre de quién derrama sangre.
Ahora bien, es totalmente
cierto que el Estado a través de la historia, y más en la actualidad, usa dicha
medida como medio de reprensión, intimidación y persecución a sus opositores;
sin embargo, esto es producto del pecado en el hombre, y el hecho que esto
ocurra no quiere decir que la medida sea antibíblica. La cuestión no es si los
gobiernos son justos o no al aplicar la pena de muerte, la cuestión es si esta
práctica es bíblica o no.
En cuanto a la
irreversibilidad de la medida, y la aparente discriminación a los sentenciados,
considero que los creyentes debemos velar y protestar para que los juicios sean
lo más transparentes posibles, y que a los acusados de menos recursos en estos
casos se les asegure una buena defensa, además de procurar la imparcialidad del
juez. Sin embargo, el autor reconoce, y los creyentes han de reconocer también,
que mientras estemos en un mundo donde el sistema está contaminado por el
pecado, la injusticia siempre hará su presencia, pero una vez más, esto no
indica que la medida no sea bíblica.
La cuestión de que la pena de
muerte no contrarresta los índices de criminalidad considero que son una verdad
a medias: los países donde está permitida dicha práctica presentan índices de
criminalidad inferiores a los países donde está abolida, el hecho de que aún en
países que permiten la pena capital aún exista crimen, solo indica en nivel de
perversión progresivo de la humanidad, donde ni siquiera una medida tan
extrema, es suficiente para prevenir a alguien de cometer un delito. Esto nos
enseña que solo Dios es quien puede refrenar el pecado.
Por último, comparto la
opinión de eruditos cristianos que han escrito sobre este tema: la pena de
muerte, aunque es bíblica, es una medida que cuando vaya a ser aplicada, debe
hacerse con lamento y lágrimas, pidiendo a Dios discernimiento y sabiduría
(Nyenhuis & Eckman, 2002).
Conclusiones
·
Se debe entender la posición de los abolicionistas. Aunque la pena de
muerte es válida y bíblica, no es correcto que un creyente desee que alguien
sea ejecutado, como cristianos velamos por la vida y deseamos que las personas
tengan las mayores oportunidades posibles de arrepentirse de sus pecados.
·
La paga del pecado es muerte, por tanto, Dios delegó la autoridad al
Estado para juzgar y aplicar la pena de muerte cuando sea justo hacerlo
·
El aplicar la pena de muerte no debe producir júbilo en el creyente, sino
lamentación y lágrimas, indistintamente de si se trata de un hermano o no
·
Es responsabilidad del Estado aplicar la mayor medida de justicia
posible en los juicios donde el delincuente sea sentenciado a la pena capital
·
Como creyentes se nos manda a someternos a las autoridades, no a
sublevarnos, a menos que estás pidan algo contrario a la verdad Escritural. Por
tanto, y más sabiendo que Dios aprueba la pena capital, no debemos iniciar
incursiones para buscar acabar con lo que establece el Estado (a menos que vaya
contra la ley de Dios)
·
El tema de la participación cristiana en la abolición de la esclavitud
es distinta toda vez que en la Escritura no hay un mandamiento directo a hacer
esclavos.
·
El creyente sí debe velar siempre por el trato digno y humano a toda
persona, indistintamente de condición, raza, religión, sexo o economía. No
importa tampoco si es condenado o no, una cosa es la pena capital y otra es la
tortura.
Oscar Andres Romero
Estudiante de Licenciatura en Teología
Seminario Reformado Latinoamericano
BIBLIOGRAFÍA
·
Amnistía internacional. (2017). Pena de muerte. Publicado por Amnistía
Internacional. Recuperado de: www.amnesty.org/es/what-we-do/death-penalty/
·
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Fundamentos de ACAT. Barcelona, España. ACAT. Org. Recuperado de:
acat.pangea.org/fonae.html
·
El País AFP. (23 de octubre de 2014). El Papa pide la abolición de la
pena de muerte y la cadena perpetua. El País. Recuperado de:
m.elpais.com.co/mundo/el-papa-pide-la-abolicion-de-la-pena-de-muerte-y-la-cadena-perpetua.html
Nyenhuis, G., & Eckman, J. P. (2002). El desafío ético acerca de la guerra y la pena de muerte. Ética Cristiana (pp. 27 - 34). Miami, Florida: Editorial Unilit
Nyenhuis, G., & Eckman, J. P. (2002). El desafío ético acerca de la guerra y la pena de muerte. Ética Cristiana (pp. 27 - 34). Miami, Florida: Editorial Unilit
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