¿Cómo verías tú que sea
salvado el que no merece ser salvado? En la época actual es muy común escuchar
las noticias de grupos de personas buscando justicia por sus propias manos. Los
casos de linchamiento se hacen cada vez más frecuentes, y ante el acto de mayor
perversión como las violaciones o incluso en actos como el hurto, las personas
piden que el delincuente muera irremisiblemente ¿Cómo verías tú que un violador
de un niño fuese rescatado de su muy posible linchamiento? Ciertamente nuestra
naturaleza ve eso como algo injusto, pues nuestro ser nos demanda que se haga
justicia y que su acto sea castigado, como mínimo, con igual proporción al delito.
El acto de salvar al que no merece ser salvado es lo que se denomina gracia. Así como en el acto de uno que salve a un pedófilo del seguro linchamiento, es el acto que Dios hizo, y hace, para salvar a sus escogidos.
En el caso del ejemplo ¿Hay
alguno que esté libre de pecado para iniciar el linchamiento? En el evangelio
del apóstol Juan vemos un caso muy similar (Jn. 8: 2-11), la mujer sorprendida
en adulterio iba a ser lapidada pero Jesús confrontó a los acusadores
mostrándoles que todos habían violado la ley de Moisés, por ende, todos debían
morir; al final, ninguno pudo hacer nada a la mujer y Jesús, quien no tenía
pecado alguno, quien tenía toda autoridad, poder y derecho para ejecutar el
acto, dejó ir a la mujer advirtiéndole: no peques más.
Toda la humanidad está bajo
pecado (Rom. 3:23) y toda merece morir irremisiblemente, pero Dios envió a su
Hijo, el Cristo, para salvar a todo aquel que en él cree (Jn. 3: 15-17), siendo
nosotros pecadores y debiendo morir todos bajo la ira de Dios, Cristo murió en
nuestro lugar para salvarnos (Rom. 5:8).
Lo anterior es la gracia,
somos salvados por gracia mediante la fe en Jesús (Ef. 2:8), es pues, la
gracia, un favor en desmerito.
Pero este concepto, en la
historia ha tenido varias interpretaciones o concepciones, dentro de la
teología podemos encontrar tres corrientes principalmente: pelagianismo,
semi-pelagianismo y agustinismo
.
En esta primera parte, tendremos como objetivo
analizar el concepto de la gracia de Dios en la salvación, según estas tres
corrientes, y determinar, bíblicamente, qué concepto es el más correcto; para
ello me enfocaré en cuatro de sus máximos proponentes; por el pelagianismo:
Pelagio, por el semi-pelagianismo: Jacobo Arminio, y por el agustinismo:
Agustín de Hípona y Juan Calvino.
En esta primera parte, tendremos como objetivo analizar el concepto de la gracia de Dios en la salvación, según En una segunda entrega fijaremos qué dice la Escritura al respecto, y concluiremos respondiendo si la gracia es universal o particular
¿QUÉ LUGAR OCUPA LA GRACIA DE DIOS EN LA SALVACIÓN DEL HOMBRE?
La respuesta a esta pregunta
es de suma importancia ya que se está infiriendo el lugar de Dios, o de su
acción, en la salvación del hombre. En la teología existen tres posiciones que
dan una respuesta a esta pregunta que ya, desde tiempos del apóstol Pablo, ha
generado controversia y discusión.
Posición pelagiana: Pelagio
Pelagio fue un monje
ascético, se ignora la fecha y lugar exacto de su nacimiento, por lo general se
ha dicho que era britano y que vivió entre los siglos IV y V, postulando la
fecha del 354 d. C. como la más cercana (Pelagio, s.f.)
Aunque en un principio gozo
de una aparente popularidad entre la iglesia, finalmente es declarado como
hereje por sus enseñanzas en donde, principalmente, negaba la doctrina del
pecado original (Pelagio, s.f.). Pelagio llegó a Roma en donde escuchó una cita
de las "confesiones" de Agustín que decía: “Señor, dame lo que pides y pídeme lo que quieras”; está frase lo
llevó a preocuparse por que se estuviera enseñando una negación del libre
albedrío y la responsabilidad humana. Después del saqueo de Roma, Pelagio huyó
a Cartago, junto con un discípulo de nombre Celestio, en donde siguió
formulando su doctrina (Pelagio, s.f.). Dado que la doctrina pelagiana ha sido declarada
herejía en numerosas ocasiones, tanto en círculos de la iglesia romana como la
evangélica, sus escritos no se encuentran con facilidad, lo que se conoce
principalmente es por fragmentos citados en las obras de sus detractores,
siendo Agustín el principal de estos.
La doctrina Pelagiana se
centra en la negación del pecado original. Para ellos el pecado de Adán no es
transmitido a sus descendientes, por tanto, el hombre al nacer está en el mismo
punto que Adán cuando fue creado (Arias, 1985). Al desconectar la representación
de la humanidad en Adán, negando el pecado original, entonces el hombre tiene
la capacidad y el deber, por sus propios esfuerzos, de hacer lo que a Dios
agrada para ser salvo, es por tanto, responsabilidad del hombre cumplir la ley
de Dios para hacerse merecedor de la salvación.
Dado lo anterior, la gracia,
para el pelagianismo, es solo una obra de Dios que, en el mejor de los casos,
saca a relucir nuestras habilidades naturales; pero esta obra de gracia es
totalmente innecesaria, toda vez que el hombre tiene la capacidad, si quiere,
de obedecer los mandamientos de la ley de Dios (Clark, 2001)
Es curioso notar que, sin
embargo, el pelagianismo no pudo explicar claramente, o tuvo que recurrir a
artificios para hacerlo, los pasajes donde la Escritura habla claramente de una
imputación del pecado de Adán; esto lo vemos en la incapacidad de Juliano,
seguidor de Pelagio, de responder a Agustín con una explicación de Romanos
5:12-21 (Arias, 1985). Finalmente, la explicación a la que se llega en el
pelagianismo es que la relación está en que pecamos en Adán al seguir su
ejemplo, así mismo somos salvos en Cristo cuando seguimos su ejemplo (Clark,
2001)
Posición semi-pelagiana: Jacobo Arminio
Si bien la posición
semi-pelagiana no inició con Arminio, este sí es el máximo representante de
esta posición dentro del evangelicalismo protestante.
Arminio nació el diez de
octubre de 1560, y siendo ya un teólogo y profesor de la universidad de Leiden,
se le encargó, en 1589, defender la doctrina calvinista de la predestinación
contra el punto de vista de Dirck VolcKertszonn Coornhert, pero al terminar sus
estudios, concluyo que el punto de vista calvinista era insostenible e
introdujo unos cambios. A pesar de ello, fueron sus discípulos, que se
conocerían como los remostrantes, quienes desarrollaron la teología arminiana
en 1610 (Jacobo Arminio, s.f.)
La teología arminiana se
considera semi-pelagiana por cuanto, aunque no llega al punto de negar el
pecado original como los pelagianos, si considera que el hombre tiene la habilidad
natural para obedecer la ley de Dios (Finney, 2010). ¿Cómo es posible esto? Es
allí donde entra el concepto de la gracia que tienen los arminianos; para
ellos, la gracia de Dios es una gracia preveniente.
Antes de proseguir con este
concepto, es necesario repetir que la teología arminiana cree en la doctrina
del pecado original; ellos creen que la culpa y la corrupción de Adán es
heredada, sin embargo, sostienen que el pecado original no trae culpa sino una
predisposición a pecar. Dado esto, los arminianos enseñan que, aunque una
inclinación a pecar es dada, la gracia de Dios da libertad para elegir pecar o
no pecar, y de esta manera, ser una cuestión donde se nos pueda pedir ajuste de
cuenta (La Teología de Juan Wesley, 2002). Esto es conocido como
gracia preveniente y se expone basándose en el hecho de que, si el hombre no
tiene la habilidad de decidir pecar o no pecar, entonces es injusto que Dios le
acuse de pecado.
El teólogo arminiano Charles
Finney, considera la gracia como el favor de Dios de colocarnos en una
situación donde podamos alcanzar salvación. Para él, en Adán todos caímos y
perdimos la habilidad de obedecer, sin embargo, en Adán mismo, Dios restituyó
esta habilidad en el hombre con el fin de demandar obediencia (Finney, 2010), a
esta situación, Finney indica que es justicia, por cuánto para él, es
injusticia que Dios demandé obediencia si el hombre no pudiese obedecer. Así
mismo, Dios también concedió el poner al hombre en una situación de considerar
la salvación y santidad, este acto de Dios es lo que Finney llama gracia
(Finney, 2010). Para el arminianismo,
entonces, la gracia o favor de Dios, se basa en dar la habilidad a todo hombre
de nacer con el poder de obedecer la ley de Dios, su tesis se basa en que si
Dios exige obediencia, el hombre debe tener la capacidad natural de obedecer,
por tanto, ya que en la caída de Adán pierde esta capacidad, es gracia de Dios
restituir esa habilidad al momento de nacer.
Posición Agustina: Agustín de Hípona - Juan Calvino
En esta última posición
encontramos a dos hombres que han influenciado fuertemente la cristiandad, de
hecho, las dos posiciones anteriormente expuestas, nacen con la intención de
refutar la posición agustina: Pelagio elaboró su teología con base en lo que él
veía que Agustín erraba, y Arminio y sus discípulos basaron su teología en lo
que consideraban errores de Calvino.
Agustín de Hípona
Nace en Tagaste el trece de
noviembre de 354 d. C. Y muere en Hípona el 28 de agosto del 430 d. C. Fue el
obispo de la iglesia de Hípona, al norte de África, habiendo pasado por
estudiar leyes y profesar el maniqueísmo. Autor prolífico y gran pensador
(Agustín de Hípona, s.f.)
Juan Calvino
Calvino era un teólogo francés
considerado como uno de los padres de la reforma protestante, nace el 10 de
julio de 1509 y fallece el 27 de mayo de 1564. Aunque inicio estudiando leyes a
petición de su padre, terminó por ser un gran pensador de la cristiandad. Su
teología influyo a todo el protestantismo y su obra magna, "Institución de
la Religión Cristiana" se convirtió en la “confesión de fe” de las
iglesias protestantes de ese entonces (Juan Calvino, s.f.)
Ya que ambos concuerdan en
pensamiento en cuanto a la gracia en la salvación, procederemos a tratar su
concepto como uno solo bajo el rótulo "agustinismo", y para fines
prácticos, se usará la obra "Institución de la Religión Cristiana"
como fuente literaria.
El sistema agustino parte del
concepto de la caída de Adán: En este concepto Adán es el representante de toda
la humanidad y al caer él, todo el género humano es contado como culpable
delante de Dios. Desde el punto de vista agustino, todo el estado del hombre se
pervierte en la caída, quedando de esta manera imposibilitado para cumplir la
ley de Dios (Calvino, 1999). Se parte de la idea de que
absolutamente todas las partes de la humanidad quedan corrompidas por el
pecado, entre estas, la voluntad y el deseo; el hombre pues, pierde toda
justicia, santidad y deseo de hacer lo bueno. Dado este estado, en donde el
hombre ya no desea seguir a Dios ni buscarle, la salvación se haría imposible,
pues el requisito que demandan las Escrituras son la fe y el arrepentimiento,
pero el hombre natural, ni desea creer, ni desea arrepentirse.
Es importante anotar que el
agustinismo no niega que el hombre tenga libre albedrío, ni el mismo Agustín lo
hizo. Para el agustinismo el problema radica en que el libre albedrío, que es
el ejercicio de la voluntad, también está corrompido por el pecado (Calvino,
1999).
Tampoco es negado, en al
agustinismo, el hecho de que hombres impíos puedan hacer "buenas
obras"; el agustinismo no niega una "gracia preveniente" para
todo el género humano, pero la diferencia con el concepto de los
semi-pelagianos radica en que esta gracia no habilita ni da potestad para
traerse la salvación, generalmente es llamada "gracia general",
"gracia universal", o “gracia común” en el agustinismo. Es por esta
gracia general que Dios detiene el progreso de la perversión del género humano.
En palabras de Calvino, sin esta gracia el género humano ya habría llegado a su
propia destrucción.
Así pues, ya que el hombre
está en una posición de no desear buscar ningún bien espiritual, y ya que la
gracia general solo refrena el avance del pecado, pero no habilita al hombre
para traerse a sí mismo la salvación, queda por contestar el cómo el hombre
pueda llegar a ser salvo, y es allí donde está el concepto de la gracia en el
sistema agustiniano.
El sistema agustino cree,
basándose en textos como Rom. 9, Ef. 2:8; entre otros, que los salvos son
elegidos de Dios de una manera incondicional, a diferencia del sistema
pelagiano y semi-pelagiano, donde se cree que son elegidos según la presciencia
de Dios. La gracia en los elegidos, entonces, es la operación de Dios por medio
de la cual Él cambia el estado del hombre, creando en él un nuevo corazón, con
nuevos afectos y deseos, y dándole la fe para creer en Cristo (Calvino, 1999).
Esta obra es totalmente inmerecida, no depende de las obras o esfuerzos
humanos, y por ende es gracia, ya que todo el género humano es culpable ante
Dios. El que la deidad se haya movido en misericordia para cambiar el corazón
del hombre y salvarle, es un acto en el cual Él no estaba obligado a nada.
Como se puede apreciar, en cuestiones soteriologicas solo existen esas tres posiciones, y la cuestión se centra, pues, en qué concepción se tiene de la gracia dada por Dios y cuál es su función. En a segunda entrega expondré qué dice la Escritura al respecto, y demostraré que la gracia es particular y para nada universal.
Oscar Andres Romero
Estudiante de Licenciatura en Teología
Seminario Reformado Latinoamericano
BIBLIOGRAFÍA
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de 2017 de: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Pelagio
Arias, L., (1985), Obras Completas de San Agustín. Escritos
Antipelagianos, Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos de la
Biblioteca Católica.
Jacobo Arminio. (s.f.). En Wikipedia. Recuperado el 3 de noviembre
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Finney, CH., (2010), Teología Sistemática, Editorial Peniel
El autor, (2002), La Teología de Juan Wesley, Kansas City,
USA, Editorial: Nazarene Publishing House
Agustín de Hípona. (s.f.). En
Wikipedia. Recuperado el 3 de
noviembre de 2017 de: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Agustín_de_Hipona
Juan Calvino. (s.f.). En Wikipedia. Recuperado el 3 de noviembre
de 2017 de: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Juan_Calvino
Calvino, J., (1999), Institución de la Religión Cristiana, Barcelona
- España, Editorial: Fundación Editorial de Literatura Reformada (FELIRE)
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