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En la publicación pasada vimos lo que era la Ley, cuál era su importancia y su propósito (Si no la has leido, te invitamos a mirarla AQUI); el dia de hoy veremos si esta Ley sigue vigente para nosotros como cristianos del siglo XXI, para luego examinar dos extremos igualmente negativos al observar la ley del Antiguo Testamento: el legalismo y el antinomianismo.
¿Hay discontinuidad en la Ley?
Lo primero que pretendo aclarar es que al hablar de discontinuidad, quiero referirme a si la ley continúa vigente para el cristiano al día de hoy, ya que algunos defienden idea errada de que la ley solo fue dada para Israel como nación y que por eso ahora esta no es aplicable a nosotros porque estamos bajo la gracia que se nos ha dado como creyentes por medio de Cristo Jesús.[9]
Entonces,
y sin más preámbulos, debe decirse y asegurarse que la ley (por lo menos la
moral o decálogo) sigue vigente hasta nuestros días, ya que esta muestra la
voluntad santa de Dios para el ser humano, no obstante, tambien hay que decir que esta
no ha perdido vigencia en el sentido de que el espíritu con el que fue dado no ha cambiado por que la voluntad de Dios es inmutable. Teniendo en
cuenta lo expresado en propósito de la Ley de la primer parte de este articulo, debemos tener presente que esta ley nunca fue
dada para justificar y mucho menos para santificar, puesto que esta Ley era
débil por causa de nuestra carne; esto lo enseña la Escritura cuando el apóstol pablo les escribe a los Romanos en el capítulo 8:
Vemos entonces que era Dios mismo quien enviaría a su propio Hijo unigénito en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por este, para cumplirla y condenar al pecado en la carne y así el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
3
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que
son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne
es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar
a Dios. 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es
que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él.
Romanos 8: 3 - 9
Vemos entonces que era Dios mismo quien enviaría a su propio Hijo unigénito en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por este, para cumplirla y condenar al pecado en la carne y así el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
No
obstante, es de suma importancia traer a memoria lo que nuestro Señor Jesucristo dice en Mateo
5:17-19:
Por este pasaje tenemos que asumir entonces que Bahnsen está muy en lo cierto cuando, parafraseando, expresa que la actitud nuestra frente a la Ley es que tenemos la obligación de obedecer todo mandamiento del Antiguo Testamento, a no ser que el Nuevo Testamento indique lo contrario. En otras palabras, como cristianos debemos asumir continuidad en vez de discontinuidad en la Ley, porque “la Palabra de Dios, se debe tomar como autoridad continua hasta que Dios Mismo lo revela de otra manera”.[10]
“No penséis que he venido
para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni
una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De
manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y
así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;
mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino
de los cielos”,
Por este pasaje tenemos que asumir entonces que Bahnsen está muy en lo cierto cuando, parafraseando, expresa que la actitud nuestra frente a la Ley es que tenemos la obligación de obedecer todo mandamiento del Antiguo Testamento, a no ser que el Nuevo Testamento indique lo contrario. En otras palabras, como cristianos debemos asumir continuidad en vez de discontinuidad en la Ley, porque “la Palabra de Dios, se debe tomar como autoridad continua hasta que Dios Mismo lo revela de otra manera”.[10]
Por
esta razón, es imperativo enfatizar la idea de que la ley, al ser la voluntad
invariable y eterna de Dios, sigue vigente para nosotros como creyentes
porque ahora como cristianos tenemos la capacitación y el auxilio del Espíritu Santo que nos une a Cristo, por lo cual, estamos
capacitados para perseverar en agradar a Dios en
conformidad a la ley moral que se nos ha revelado e implantado en nuestro
corazón; y esto es así, porque cada vez que perseveramos en crecer conforme a
la imagen de Jesucristo, irremediablemente seremos guiados por la Escritura a
observar al Ley de Dios. Entonces, no debemos pasar por alto que el mismo Señor Jesucristo en el
sermón del monte, frente a los judíos, subió nuevamente el listón de la ley
frente a los fariseos quienes la habían rebajado a meros cumplimientos
truculentos y amañados basados en esfuerzos humanos para que Dios les fuera
propicio (Mateo 5: 27 - 32).
Ahora,
la conclusión obvia de lo anteriormente mencionado es que esto no quiere decir
que no haya habido ningún cambio en la Ley dada en el Antiguo Testamento, por
el contrario, en el Nuevo testamento se mencionan cambios importantes sobre
cómo debe comportarse un cristiano frente a la Ley de Dios, pero el punto, es
que la Palabra de Dios tiene que ser el criterio que finalmente defina de
manera precisa cuáles son esos cambios para nosotros; no podemos presuponer ni
forzar tales cambios en el Nuevo Testamento según nuestros propios criterios. La
Palabra de Dios, se debe tomar como autoridad continua hasta que Dios Mismo lo
revela de otra manera.
Esto
es de vital importancia, puesto que nos alerta de no generar discontinuidades
en la Ley de Dios donde la Biblia no lo ha hecho claramente, es decir, no
podemos creer que ahora el decálogo ha perdido vigencia y ya no es pecado
desear la mujer del prójimo, o que la idolatría haya sido tolerada ahora que
Cristo vino por nosotros, o que podemos ser necios y deshonrados en nuestros
trabajos con nuestros jefes porque “estamos bajo la gracia y no bajo la Ley”,
bien lo decía John Newton, el teólogo, autor de himnos, y ex-dueño de barcos de
esclavos convertido al abolicionismo:
"Es
un uso ilícito de la ley, es decir, un abuso tanto la ley como el Evangelio, el
pretender que su realización por Cristo liberta a los creyentes de cualquier
obligación hacia ella como regla. Tal afirmación no solo es mala, sino absurda e
imposible en sumo grado: porque la ley está fundada en la relación entre el
Creador y la criatura, y debe permanecer ineludiblemente en vigor por cuanto
esa relación subsiste. Mientras que Él sea Dios, y nosotros creaturas, en cada
cambio de estado o circunstancias posible o imaginable, Él debe tener un
derecho sin rival a nuestra reverencia, amor, confianza, servicio, y sumisión".[11]
Ahora,
solo basta con haber leído el nuevo testamento para darse cuenta que si hay pasajes
claros que muestran que ha habido algunas leyes que ya no aplican para nosotros
como lo hacían para la nación de Israel, es decir, algunas han sido cumplidas y
otras se deben ver de una forma nueva. En esto debemos ser muy cuidadosos y comprometernos
a permanecer en la regla de que el Nuevo Testamento debe interpretar el Antiguo
Testamento para nosotros, lo que nos lleva entonces a ver qué actitud tenía nuestro Señor Jesús y los
apóstoles hacia la ley de Moisés, para saber qué es lo que fija la ética cristiana.
Ejemplos
de discontinuidad en la Ley, podrían ser los mandamientos localizados que Dios
dio al pueblo para un uso específico en situaciones concretas, como el mandato
de ir y tomar la tierra de Palestina por la espada, o los detalles culturales
mencionados en muchas de las leyes de Dios usados para ilustrar el principio moral
que Él requería, como por ejemplo, la diferencia entre causar una muerte por
accidente y un asesinato alevoso que fue ilustrada por una "cabeza de
hacha desprendida; lo que tiene autoridad moral permanente es el principio
ilustrado, no el detalle cultural usado para ilustrarlo. Otro ejemplo
importante, y que se explica a lo largo de toda la carta a los hebreos, son las
leyes ceremoniales de sacrificio del A.T, las cuales eran sombras "débiles
y pobres” del sacrificio perfecto de Cristo que había de ofrecer y consumar. Junto
a esto, otros ejemplos importantes serían las estipulaciones en cuanto a la
tierra de Palestina, que con la venida y establecimiento de ese reino figurado por
la "tierra prometida” y con la eliminación de privilegios especiales del
reino de los judíos por Cristo, las leyes que regulan los aspectos de la tierra
de Canaán (por ejemplo, los terrenos familiares, las ubicaciones de ciudades de
refugio, la institución del levirato (Deuteronomio 25:5-10) se han abrogado en
el Nuevo Testamento como inaplicables. [12]
Como
lo mencione anteriormente, estas “discontinuidades” en lo referente a la Ley
son claramente sustentadas en el Nuevo Testamento, por ejemplo, al apóstol
Pablo en 2 de Corintios 3 sustenta, entre otras cosas, que el Nuevo pacto supera
en gloria al Antiguo, porque dice que si alguien exalta el antiguo pacto sobre
la majestuosidad del Evangelio, aquel está gravemente equivocado porque
principalmente el Antiguo Pacto sobresale por que resalta la condenación que
trae la muerte. Además de esto, aunque la Ley demanda cosas buenas, la
pecaminosidad del hombre le trae a sí mismo la muerte como resultado del uso incorrecto de una ley buena, porque
quien siga la ley como medio para ser justificado hallará como resultado
condenación (Gálatas 2:16; 3:11). Esta doble característica de la Ley también
la ve Pablo en 2 Corintios 3:7, 13, porque ve la gloria y la
condenación que esta confiere al hombre.
La
Escritura muestra también que la ley ceremonial y de sacrificio ahora no aplica
a nosotros porque estas prefiguraban la obra de Cristo, es más, la
“imperfección” de la Ley se evidencia en que los sacrificios se debían hacer
cada año, por el sacerdote y el pueblo estaba separado de Dios por un velo (Hebreos
10:4), el cual se rompió cuando la obra de Cristo se consumó (Marcos 15:38;
Hebreos 10:20) y ahora podemos entrar libremente ante la presencia del Padre
(Hebreos 10:19; 4:15-16; 6:18-20).
Con
esta realidad en mente podemos ver entonces que en Cristo tuvieron cumplimiento la
mayor parte de las leyes del Antiguo Pacto, como las leyes ceremoniales que
prefiguraban Su obra, y al consumarla, estas ya no tienen aplicación para nosotros, sin embargo, de estas leyes queda el principio de que solamente a través de un intermediario que nos represente, Jesucristo, podemos acercarnos a Dios; de esto el escritor de Hebreos en su carta deja gran claridad de cómo el nuevo pacto es mejor que el Antiguo y como Cristo es superior en todo a
la Ley.
También
las leyes civiles en gran parte no tienen vigencia para nosotros porque estas regulaciones querían mostrar al pueblo de Israel como debía
vivir de manera diferente a los demás pueblos, ya que habían sido apartados por Dios y
para Dios; pero de esto si nos queda el principio de vivir en santidad,
apartados para Dios, siendo diferentes a los incrédulos, por medio de la
conformación de nuestras vidas a la imagen de Jesucristo. Esto encuentra su explicación en que ahora en el Nuevo Pacto la Iglesia no está ligada a una
nación terrenal como Israel como en el Antiguo Testamento, razón por la cual estas ya no tienen aplicación para nosotros (Filipenses 3:20).
Respecto
a las leyes dietéticas (que algunos las incluyen dentro de las leyes civiles) y
lo que estas simbolizaban (separación entre lo puro e impuro), estas ya no se
observan por los cristianos, porque ahora los gentiles en el Nuevo Pacto
también hacen parte del pueblo de Dios y a estos no se les debe llamar impuros
(Hechos 10), ni por no pertenecer a la nación de Israel ni por comer ciertos alimentos (Marcos 7:19; Hechos 10:15; Romanos 14:17). Para el cristiano, el principio que
queda es el de apartarse de toda impiedad o incredulidad en todas las áreas
de su vida (2 Corintios 6:14-18). Este principio queda más claro con expresado
por el Apóstol Pablo en Colosenses 2:16 - 17 “
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a
días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que
ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
Legalismo y Antinomianismo
Es
común que ante la falta de profundización en el estudio de la palabra se
comiencen a tergiversar algunos principios básicos de la Fe cristiana, como en
este caso la ley de Dios, por esta razón me parece importante mencionar brevemente estos dos extremos dañinos para evitar caer en ellos. El legalismo como tal,
podría definirlo como un apego malsano y extremo a las normas en donde, cueste
lo que cueste, se termina convirtiendo estas en un fin en sí mismo, sucumbiendo ante el
peligro de amar más la Ley que al mismo Dios que proporcionó su voluntad santa
por medio de dicha Ley.[13], [14]
Este
extremo fue en el que cayeron los fariseos de la Biblia, los cuales llenaron la
ley de Dios con estipulaciones y consideraciones exageradas perdiendo asi el verdadero espíritu de esta, haciéndolos a ellos
con el tiempo, auto promotores de su capacidad de “cumplir la ley” y de tener
el favor indudable de Dios.
Teniendo
esto en mente, debemos decir entonces que es entendible la impopularidad que se genera cuando mencionamos la vigencia de la Ley, ya que el legalismo ha rodeado y penetrado en
lo más profundo de las iglesias cristianas de la actualidad, por lo menos de
las que tengo conocimiento en mi ciudad. Por ejemplo, el legalismo se presenta
en comportamientos como el que un pastor no pueda tener un contacto físico con
alguien antes de ministrar porque se puede contaminar, en que no se puede ver
televisión o que tampoco se puede escuchar algún tipo de música porque te puede
contaminar y hacerte impuro ante Dios.
Por
esto, a pesar de que caer en el legalismo es un peligro latente en muchas
iglesias actuales, esto para nada debe impedirnos decir con total tranquilidad
que la ley de Dios sigue vigente al día de hoy (obviamente con las aclaraciones
mencionadas en el transcurso del ensayo).
Respecto
al Antinomianismo, debemos ser justos y mencionar que hay diversas
manifestaciones de este y que lo mejor en mencionarlas cada una de manera
rápida para intentar identificar en cual o cuales aplican a la iglesia
contemporánea. El antinomianismo disoluto,
por ejemplo, es el caracteriza a la secta creciendo en gracia, ya que estos
consideran que hemos sido salvados por la gracia, aparte de las obras de la
Ley, y por esto hemos sido supuestamente librados de la necesidad seguir algún código moral de cualquier
clase. Las leyes o reglas no tienen ningún lugar en la vida del cristiano, y en
ese grado, en principio, la puerta está abierta a una licencia completa
respecto a cómo vive el creyente. Esto es de gran peligro para la iglesia, por
que termina llevando a la persona a un libertinaje desenfrenado, aunque esto a
larga mostraría precisamente que esta persona no ha nacido de nuevo.
También
encontramos el antinomianismo espiritual,
que reconoce que si debemos regirnos como Dios demanda, pero no por la
escritura, sino por los impulsos que brotan del interior del creyente como
resultado de la habitación de Espíritu Santo. Esto se ve muy a menudo en muchas
iglesias carismáticas y pentecostales, lo cual los lleva a una práctica moral
subjetiva, sustentados en lo que el “Espíritu” les impulsó a hacer, lo que
irremediablemente les llevará a menospreciar la autoridad y suficiencia de las Escrituras.
El antinomianismo dispensacional,
considera que si debemos regirnos por lo que Dios demanda en su palabra, pero no
por lo que hay en el antiguo pacto sino solamente por lo que dice en el nuevo
testamento.
Esto trae consecuencias negativas no tan sutiles, puesto que sin querer
expresan entonces que la voluntad de Dios no está expresada en la ley, sino
sólo en el Antiguo pacto, lo que contradice pasajes como Jeremías 31:33 que
dice que: "Daré mi ley en su mente,
y la escribiré en su corazón".[15]
Estas formas extremistas respecto a la Ley, son igual de dañinas para la gloria de
Dios porque de una u otra manera tergiversan o rechazan la voluntad santa,
invariable y eterna de Dios. Claramente vemos que en la actualidad hay presencia en uno u otro grado de estas desviaciones doctrinales, y quiera Dios
que seamos fieles en el estudio de la Palabra para no caer en ninguno de estos.
Conclusión
Considero
que la mejor manera de concluir este tema es redireccionando la pregunta
inicial, porque el punto ni siquiera es si hay o no continuidad en la
aplicación de la ley de Dios en nuestras vidas, sino más bien, deberíamos
preguntarnos cuál debe ser el estándar que debemos seguir cuando hagamos juicios de moralidad o santidad sobre nosotros mismos y los demás frente a cualquier
situación que sucede en nuestras vidas.
Esta
pregunta se hace de vital importancia porque en medio de un mundo relativista
y libertino, con ideales de libertad de pensamiento y conducta, el creyente no
debe dejarse permear por esto y más bien debe tener claro cuál va a ser su
estándar para llevar una moralidad Bíblica que agrade y glorifique a Dios, puesto que si su moralidad cristiana está basada en conclusiones personales y amañadas
de la Escritura, las convicciones que rigen su vida harán de este creyente de un
mal testimonio de la gracia de Dios ante este mundo caído, por ejemplo, si un
cristiano no estudia concienzudamente en qué sentido la ley sigue o no vigente
para nosotros, este terminara cayendo en cualquiera de los dos extremos que
mencionamos en este ensayo, y cualquiera de los dos son de mal testimonio y
manchan la gloria de Dios, estos son: el legalismo y el antinomianismo.
El
Legalismo pondrá cargas innecesarias y hasta antibiblicas sobre su propia vida
y la de los demás, generando un ambiente hostil e invivible dentro la iglesia
local. Al final este hermano terminará en excesos y restricciones que le
impedirá disfrutar de la libertad cristiana que ahora poseemos. Comenzará a
decir, no veas esto, no hagas lo otro, no cantes esto, no comas lo otro…
sabiendo que esto a la larga no conducirá a nada porque lo que este pretende
alcanzar con dicho celibato ya fue alcanzado, y perfectamente, por nuestro Señor
Jesucristo.
En
cuanto al antinomianismo, independientemente de sus variantes, termina
generando una desvinculación de la ley que todavía sigue vigente para nosotros,
y esto es muy grave, porque la ley que sigue vigente para nosotros (con lo que
implicaciones que esto conlleva) es la expresión
santa, inmutable y eterna de Dios, que quiere que sigamos, que tengamos como
estándar y meta, ya que ahora capacitados por el Espíritu Santo y unidos a
Cristo, podemos soñar con la idea de que en este mundo caído podremos crecer
cada vez en conformidad con la imagen de nuestro Señor Jesucristo.
Anthony Molina Torres.
Diácono
Estudiante de Licenciatura en Teología
Seminario Reformado Latinoamericano
Diácono
[10] Greg L.
Bahnsen, He Aquí el Estándar: La
Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE, 1990), p. 22 - 23
[11] Greg L.
Bahnsen, He Aquí el Estándar: La
Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE, 1990), p. 138
[12] Greg L.
Bahnsen, He Aquí el Estándar: La
Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE, 1990), p. 4
[13] David
Cook, El Laberinto de la Ética: Un Camino
de Exploración de la Ética Cristiana (Barcelona: Clie, 2004), p. 88
[14] Gerald
Nyenhuis - James P. Eckman, Ética
Cristiana: Un enfoque Bíblico - Teológico (Miami: Unilit, 2012), p. 99
[15] Greg L.
Bahnsen, He Aquí el Estándar: La
Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE, 1990), p. 238
Muchísimas gracias rincón reformado por esta enseñanza, es de mucha bendición para mi vida y estoy seguro que para la vida de muchas personas más, Dios les bendiga y sigan sembradando su palabra
ResponderEliminarToda la gloria y la honra sea para nuestro buen Dios. Nos alegra que el tema les haya sido de provecho asi como lo fue para nosotros. Con una sola persona que se fuese edificada con nuestras publicaciones ya nos damos por bien servidos. Bendiciones y animo con la lectura. Un abrazo fraterno.
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