martes, 25 de agosto de 2015

Devocional: ¿Todos Somos Hijos de Dios?


“Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.” 

– Hechos 17.19-30 -

Este pasaje presenta una dificultad si se considera aisladamente. La dificultad a la que me refiero es que el apóstol Pablo afirma que todos los seres humanos somos linaje de Dios. Esto podría hacernos pensar que todos los seres humanos somos hijos de Dios, que todos somos parte de su familia.


Debemos reconocer que hay un sentido en el cual todos los seres humanos podrían considerarse hijos de Dios, pero esto sería únicamente en cuanto que Dios es nuestro Creador. Como criaturas de Dios, le pertenecemos, pero la relación íntima de hijos de Dios se perdió desde el momento en que la primera pareja de seres humanos se rebeló contra Dios, quebrantando su mandamiento. El apóstol Pablo afirma que a partir de eso, todos nacemos como “hijos de ira”. (Efesios 2.3)

Entonces, esta expresión “linaje de Dios”, debe ser interpretada en el sentido de que aún después de la entrada del pecado en el mundo, la humanidad sigue conservando la imagen de Dios. Solamente que con nuestros pecados manchamos y distorsionamos cada vez más Su imagen en nosotros.

Afirmar que todos somos hijos de Dios, sería contradictorio con la enseñanza del Evangelio que afirma que Dios da únicamente la potestad de ser hechos hijos de Dios a los creyentes (Juan 1.12-13) El argumento que el apóstol Pablo está utilizando para convencer a los paganos de Atenas tiene que ver con la imagen de Dios en nosotros, como seres vivos racionales, espirituales en contraste con los dioses fabricados por los hombres. Esos dioses no tienen vida, el Dios único y verdadero es un Dios vivo. Él es creador y no puede ser creado.

Es posible que a muchos hoy les parezca absurda la práctica de fabricar dioses y adorarlos, sin embargo, esa es la continua práctica de la raza humana.

Los antiguos pueblos paganos solían adoptar un dios para su comunidad y les parecía normal que cada pueblo escogiera su propio dios o dioses para rendirles culto. En la actualidad, aunque la práctica de fabricar imágenes persiste sobre todo en los países orientales, la gente de todo el mundo sigue fabricando sus propios ídolos en sus corazones. Los ídolos de la generación presente son muy variados, desde artistas, deportistas y líderes políticos, hasta el dios materialismo, y el dios entretenimiento que brinda tan variados placeres.

¿Has podido identificar los ídolos de tu corazón?

No debemos persistir en ignorancia voluntaria, debemos aprender a identificar los ídolos ante los cuales nuestro corazón se postra, porque Dios nos manda a arrepentirnos de esas idolatrías. Lo más terrible es que dentro del cristianismo, la gente ha aprendido también a fabricar sus propios dioses, un Cristo diferente al que se nos revela en las Sagradas Escrituras, es un Cristo falso, un ídolo. Si profesamos ser cristianos, pero el Cristo al que decimos adorar no es el Cristo de la Biblia, con todas sus características, ése Cristo se convierte también en un ídolo, en un dios falso.

¿Cómo es el “cristo” que la gente prefiere? No es el Cristo que nos manda a negarnos a nosotros mismos y a seguirle llevando una cruz.

El cristo moderno parece tolerar a todos sea como sea que quieran ser y vivir. Ese cristo es la personificación de un falso amor porque deja a los pecadores en sus pecados y no es capaz de cambiar a nadie. Un cristo sentimental al cual se puede acudir en los casos de emergencias y necesidades, pero cuya muerte y resurrección no parecen tener ningún sentido.

El Cristo de Dios tomó forma humana para cumplir la ley del Dios Santo y lo hizo perfectamente. El verdadero Cristo estuvo dispuesto a pagar el más alto precio para que todos aquellos que atendieran el llamado al arrepentimiento pudieran ser perdonados. El verdadero Cristo cumplió su misión y envió luego Su Santo Espíritu para capacitar a los creyentes a vivir para Dios.

Cada vez que identifiquemos ídolos en nuestro corazón debemos quebrarlos y despedazarlos, es decir, todo lo que nos impida seguir a Cristo o nos aparte de Él.

Aquel que no ha experimentado arrepentimiento para con Dios y fe en Jesucristo, todavía está adorando ídolos. Es una insensatez. Nuestro mensaje debe ser: “Deja eso ya, vuelve a Tu creador, para que Él te dé el Espíritu de Su HIJO y Su imagen pueda ser restaurada en tu vida.” Amén.

Pr. Alexander León.
Pastor: Iglesia Bautista Reformada Los Lagos - Costa Rica
Utilizado con previa autorizacion.
Blog: Alexander León

1 comentario:

  1. Triste ver a la humanidad dirigiendo su mirada a tantos y diversos dioses falsos y dándole la espalda al Dios verdadero y glorioso. Y uno dl los principales dioses falsos es su propio ego

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