miércoles, 5 de agosto de 2020

El Bautismo en el Espíritu Santo desde una Perspectiva Reformada


Nací en el Señor en una iglesia que hace parte del Concilio de las Asambleas de Dios de Colombia, aunque desde hace unos 5 años me he acercado a la teología reformada y desde hace más de tres años soy miembro de una iglesia bautista reformada. Sin embargo, en mi redes sociales, aun conservo algunos amigos que hacen parte de iglesias de dicho concilio; y precisamente hace unas semanas atrás, mientras revisaba mis redes sociales, me tope con una publicación de uno de ellos donde compartía un vídeo que, siguiendo el título, exponían la labor del Espíritu Santo en esta época de pandemia, empero, al oírlo se reflejaba que su enfoque era hablar de lo que el presentador del video denominó como “pentecostalidad”. 

Solo pretendí escucharlo un rato, pero mi atención en algo particular me llevó a escucharlo por completo, y más aún, a escribir este artículo, pues la persona a quien entrevistaban en un momento del vídeo explicaba las diferencias que hay en el entendimiento del “bautismo en el Espíritu Santo” entre la teología reformada y la pentecostal; el problema fue que el expositor, al menos según lo que indicó en el vídeo, mostró una ignorancia y confusión con respecto a lo que la teología reformada enseña al respecto.

El propósito de este artículo es mostrar lo que realmente enseña la teología reformada con respecto al bautismo en el Espíritu Santo. Sí, en el vídeo se hablaron de más cosas con las que no estoy de acuerdo, como el hecho de las lenguas como señal inicial de ser bautizado en el Espíritu Santo, pero no es propósito de este artículo hablar o refutar dichas cuestiones, sino como lo dije al principio, mostrar lo que realmente dice la teología reformada con respecto a los pasajes del libro de los Hechos donde se evidenció dichos fenómenos, y exponer qué entendemos nosotros sobre ser bautizados, o llenos, del Espíritu Santo, toda vez que, la exposición que hizo la persona entrevistada estuvo basada en una gran confusión y error al respecto.

En primer lugar describiré brevemente el contenido del vídeo. Como mencioné su título es “La Era del Espíritu en tiempos de Pandemia”, pero desde el primer momento se indica que el título es puesto para hacer del video algo llamativo y atrayente, pero que se tratará mayormente el tema de “pentecostalidad”. Es en formato tipo entrevista, donde hay un entrevistador de nombre Alex Gómez, quien es reverendo de las Asambleas de Dios y funge como Director Nacional del Eje de Educación; el entrevistado es de nombre David López, también reverendo del mismo concilio y quien posee un título de Maestría en Historia y un Doctorado en Estudios políticos. El vídeo es de carácter público y se puede encontrar en la redes sociales oficiales del Concilio.


¿Cuál es el Problema?

Como mencioné, mi único objetivo es dar una explicación precisa sobre lo que el entrevistado, el Dr. David López, erró al desconocer la teología reformada. Él comienza indicando una diferencia entre “pentecostés”, “pentecostalidad” y “Pentecostalismo”, y ya de entrada menciona que “la teología protestante, desde el siglo XVI, ha sido amplia y diversa” (Asambleas de Dios, 2020, Min. 19:28). Esto es una verdad a medias. Es cierto que con la Reforma Protestante se logró el llamado a la interpretación individual (y responsable) de las Escrituras, y que los reformadores, no estuvieron de acuerdo en absolutamente todo lo concerniente en la teología, pero en los puntos fundamentales sí lo estuvieron, es decir, los reformadores veían lo que conocemos como las 5 solas y el TULIP (5 puntos del calvinismo) como una expresión bíblica de la fe cristiana, de hecho, la labor de Juan Calvino fue profundizar y sistematizar lo que la teología protestante promulgaba. Sin embargo sí es preciso decir que, conforme avanzó el tiempo, y más con los movimientos pietistas y evangélicos, debido a la caída de algunas monarquías también, comenzaron a aparecer más grupos eclesiásticos que no necesariamente se adherían a la ortodoxia reformada.

Sin embargo, es a partir del minuto 30 donde el expositor entrevistado comienza a exponer lo que, según indica, son las diferencias que hay entre la teología reformada y la pentecostal, sobre el entendimiento del bautismo en el Espíritu Santo.

El Dr. David López comienza su exposición diciendo que la teología reformada es aquella que “bebe de las fuentes de Calvino y de Karl Barth” (Asambleas de Dios, 2020, Min. 30:19), lo cual es un tremendo error, aún más teniendo en cuenta que el entrevistado cuenta también con una Maestría en Historia. Karl Barth fue un teólogo de finales del siglo XIX que hizo su labor mayormente durante el siglo XX y que, aunque es tenido como teólogo reformado debido a que en 1922 publica una versión de su obra principal “Carta a los Romanos” con inclinación a la teología reformada, es imposible decir que la “teología reformada bebe de las fuentes de Karl Barth” debido a que la ortodoxia reformada se definió durante el siglo XVII. De hecho, al observar la teología completa de Barth se podría dilucidar que no en todo seguía a la teología reformada. Otro punto es el decir que la teología reformada bebe de las fuentes de Calvino. Esto es una verdad a medias. Es cierto que el reformador de Ginebra es un pilar y gran referente para la teología reformada, empero, lo cierto es que la teología reformada es un conjunto de exposiciones, estudios y conclusiones a las que llegaron muchos reformadores y muchas otras personas, Calvino es solo uno de los grandes entre los grandes, pero la teología reformada también sostiene muchos puntos que indicó Lutero y Zwinglio, otros dos reformadores.

Pero el punto central es cuando el Dr. David López dice que “Para la Teología Reformada, el bautismo en el Espíritu Santo es tenido como algo que tiene que ver con la conversión, que Dios introduce al creyente al Cuerpo de Cristo, que es un acto de iniciación de la vida cristiana, asociado a la conversión, y por tanto, tiene una DIMENSIÓN SACRAMENTAL, como UN MEDIO DE SALVACIÓN” (Asambleas de Dios, 2020, Min. 30:24-31:15. Énfasis añadido). Además de esto, después indica que “entre los reformados hay discusión entre si este ACTO SACRAMENTAL es exclusivo de Dios o administrado por la iglesia” (Asambleas de Dios, 2020, Min. 31:20. Énfasis añadido)

Es lamentable que el Dr. López no aporte ninguna cita o referencia bibliográfica, pues al no hacerlo, deja la impresión de hablar desde su conocimiento y entendimiento de lo que es la teología reformada, lo cual deja entrever, en ese caso, una confusión total de lo que esta enseña sobre el actuar del Espíritu y los eventos de Pentecostés.

En cuanto a esto debo mencionar primeramente que es cierto que, para la teología reformada, el “bautismo en el Espíritu Santo” es tenido como algo concerniente a la salvación, al inicio de la vida cristiana, es decir, a nuestra unión al cuerpo de Cristo. La Confesión de fe de Westminster declara en su capítulo 8, verso 8:

“A todos aquellos para quienes Cristo compró redención, les aplica y comunica cierta y eficazmente la misma; intercediendo por ellos revelándolos en la palabra y por medio de ella los misterios de la salvación; persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y a obedecer; y gobernando sus corazones por su palabra y Espíritu, venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, de tal manera y forma que sea más de acuerdo con su maravillosa e inescrutable dispensación.” (Westminster, 2013 Pág. 37)

Y la Confesión Bautista de Fe de 1689, expresa en similares palabras:

“A todos aquellos Para quienes Cristo ha obtenido redención eterna, cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo intercesión por ellos, uniéndoles a sí mismo por su Espíritu, revelándoles en la Palabra y por medio de ella el misterio de la salvación, persuadiéndoles a creer y obedecer, gobernando sus corazones por su Palabra y Espíritu, y venciendo a todos sus enemigos por su omnipotente poder y sabiduría…” (Confesión Bautista, 2009, Pág. 18)

Además de esto, ambas confesiones expresan en el capítulo concerniente a la comunión de los santos (capítulo 26 en la Confesión de Westminster, 27 en la Confesión Bautista), en su capítulo 1, lo siguiente: “Todos los santos que están unidos a Jesucristo, su cabeza, por su Espíritu”, lo cual nos muestra la percepción ortodoxa de que el creyente es unido a Cristo, en el momento de su salvación, por el Espíritu Santo. Ahora bien, el hecho de que la teología reformada vea el bautismo en el Espíritu Santo como un aspecto de inclusión al cuerpo de Cristo, por ningún motivo a de deducirse que este acto se ve como uno sacramental o como un medio de salvación.

El problema radica en una falsa dicotomía que hace el Dr. David entre el “estar en Cristo” y el “Vivir en Cristo”. Él dice que para la teología reformada el bautismo del Espíritu Santo se trata del acto de estar en Cristo, mientras que para la teología pentecostal se trata del acto de vivir en Cristo (Asambleas de Dios, 2020, Min. 32:28); pero el problema es que la teología reformada en ningún momento separa el “estar” del “vivir”, es decir, para la teología reformada no existe tal cosa como una persona que “este en Cristo” pero no “viva en Cristo”, o viceversa. Dice el teólogo reformado Louis Berkhof:

“La Escritura nos enseña a reconocer una determinada economía en la obra de creación y en la de redención y nos autoriza para hablar del Padre y de nuestra creación, del Hijo y de nuestra redención, y del Espíritu Santo y nuestra santificación. El Espíritu Santo no tiene, nada más, una personalidad propia, sino también un mérito distinto de trabajo; y por tanto, deberíamos distinguir entre la obra de Cristo al ganar la salvación para nosotros, y la obra del Espíritu Santo al aplicárnosla … Aunque esta obra sobresale en la economía de la redención como la obra del Espíritu Santo, no puede, ni por un momento, separarse de la obra de Cristo. Tiene sus raíces en la obra redentora de Jesucristo y lleva esto hasta su término, pero no sin la cooperación de los sujetos de redención. Cristo mismo destacó esta estrecha relación cuando dijo: "Pero cuando venga el Espíritu de Verdad Él os guiará a toda la verdad porque no hablará por su propia cuenta sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará porque tomará de lo mío, y os lo hará saber", Juan 16: 13, 14.” (Berkhof, s.f., Pág. 527-528).

A esto se deben sumar las palabras del Dr. R.C. Sproul:

Si bien la diferencia entre la regeneración y el bautismo del Espíritu Santo es legítima, el hacer que el transcurso del tiempo entre ambos sea normativo para todas las edades no es válido. El modelo normal, desde el tiempo de los apóstoles, ha sido que los cristianos recibieran el poder del Espíritu Santo de manera concomitante con la regeneración. No es necesario que los creyentes busquen un bautismo específico a una segunda obra del Espíritu, subsiguiente a su conversión. Todos los cristianos están, en mayor o menor grado, llenos del Espíritu -dependiendo de cuanto de sí han rendido al Espíritu. (Sproul, 1992, Pag. 130)

 

La otra diferencia radica en lo que se entiende, o interpreta, de los acontecimientos sucedidos el día de Pentecostés. En la teología reformada estos acontecimientos son únicos e irrepetibles, o en palabras de Gerald Nyenhuis, hacen parte de la “historia salutis”. Él menciona:

"Para nosotros este día es un evento singular, irrepetible y único. Pertenece, en lenguaje teológico técnico, a la historia salutis (la historia de las obras de Dios en la historia para efectuar la salvación), no al ordo salutis (la historia de la obra de Dios en el creyente aplicándole la salvación). Hemos dado el nombre de “salvación objetiva” a la primera, y el nombre “salvación subjetiva” a la segunda. Tiene que ver con la obra de Dios “fuera” del creyente y la obra de Dios “dentro” del creyente. En Romanos 8:28 - 31 Pablo nos habla de esta obra dentro del creyente.” (Nyenhuis, s.f. Pag. 36)

Acá debo realizar una claridad debido a que anteriormente indiqué que el bautismo en el Espíritu Santo se entiende, en la teología reformada, como el acto de la inclusión y unión del creyente al Cuerpo de Cristo, lo cual se puede ver como parte del Ordo Salutis, empero, lo que Nyenhuis indica es que no se debe esperar que cada vez que un creyente se convierte, busque o viva una experiencia al estilo de lo sucedido en Hechos 2, puesto que los eventos registrados allí, y repetidos en algunas maneras más adelante, hacen parte de la historia de la redención, no del proceso de salvación como tal, pero me referiré a esto en detalle más adelante. Nyenhuis continúa diciendo:

El día de Pentecostés pertenece a la misma historia del anuncio, el nacimiento, el ministerio de Jesús, su juicio, su crucifixión, su sepultura, su resurrección, su presentación, su ascensión, Pentecostés, la sesión a la diestra del Padre y la segunda venida y el juicio. Ésta, por supuesto, no es la totalidad de la historia de las obras de Dios al efectuar nuestra salvación, pero indica claramente qué tipo de eventos se incluyen en esta historia.

Pentecostés entonces es un evento histórico dentro del plan de Dios que está relacionado con los eventos anteriores y con los que le van a seguir. Las Escrituras no enseñan un Pentecostés personal, como tampoco una crucifixión personal. No hay tantas crucifixiones como hay creyentes como tampoco hay tantos pentecosteses como hay creyentes. Tanto la crucifixión como el Pentecostés, tienen su lugar, fecha, circunstancias y testigos y no se puede ponerlos en otros tiempos o lugares, con otras gentes y otras circunstancias. Hablar de que cada uno tenga su propio y particular Pentecostés es distorsionar el (Nyenhuis, s.f., Pag. 36)

Dejamos en claro, entonces, que para la teología reformada el bautismo en el Espíritu Santo señala la unión del creyente con Cristo, es decir, el creyente pasa a “estar en Cristo”, pero este “estar” no se debe desligar del “vivir en Cristo”, como pretende hacerlo el Dr. David López; además de eso, también dejamos ya en claro que para la teología reformada los eventos ocurridos en Pentecostés hacen parte de la historia de la salvación, entonces ¿Cómo se relacionan estas dos cosas? La respuesta es: mostrando lo que la teología reformada enseña con respecto al significado de dichos eventos.

Una característica principal del pentecostalismo, como el mismo canón doctrinal de las Asambleas de Dios lo indica, es lo concerniente al bautismo en el Espíritu Santo, en donde ven el evento como una capacitación al creyente para hacer evangelismo y que tiene como señal física inicial el hablar en lenguas (Assamblies of God, s.f), y para fundamentar esta doctrina se basan en pasajes como Hechos 2, 8, 10 y 19, pero al hacer eso se aísla el suceso del significado del suceso. Al mirar la Escritura toda, como un conjunto, vemos que el derramamiento del Espíritu Santo era algo prometido desde el Antiguo Testamento, y siempre era en referencia a la redención del Pueblo de Dios; en ninguna profecía del Antiguo Testamento se puede ver la promesa de la venida del Espíritu Santo como desligada del evento de la redención mesiánica, de hecho el apóstol Pedro, en su sermón después de los eventos de Pentecostés, indica que lo sucedido es el cumplimiento de la profecía de Joel, pero señala esta obra tiene un significado redentor: la entronización de Jesús como Cristo y Señor de todo y todos. El evento de Hechos 2 es respuesta de los apóstoles a lo que el Señor les había indicado antes de su ascensión: no debían salir de Jerusalén hasta que descendiera el Espíritu Santo, y la llegada de este les marcaba que ellos pertenecían al pueblo de Dios. Entonces ¿Qué de los otros derramamientos? Se debe tener primero presente que los eventos de Pentecostés, tal como se dieron en pentecostés, nunca volvieron a darse: en Hechos 2 hubo un gran estruendo como de un viento recio, se aparecieron lenguas como de fuego, se comenzó a hablar en lenguas. En Hechos 8 solo se menciona que se recibía el bautismo del Espíritu Santo por la imposición de manos de los apóstoles y no se habla de ninguna otra señal. En Hechos 10 solo se menciona que el Espíritu de Dios cayó sobre los gentiles y hablaban en lenguas, no se menciona las lenguas de fuego ni el gran estruendo. Finalmente en Hechos 19 se menciona la imposición de manos del apóstol Pablo a algunos discípulos de Juan el Bautista en Éfeso, estos recibieron el Espíritu Santo y hablaron en lenguas, nuevamente no se menciona el gran estruendo ni las lenguas como de fuego.

Lo anterior nos muestra la particularidad del evento de Pentecostés, esto la teología reformada lo expone como la entrada del Espíritu Santo a todos los creyentes, por tanto, un evento único e irrepetible. El teólogo Wayne Grudem comenta sobre esto: "Los disicipulos recibieron este extraordinario nuevo poder del Espíritu Santo porque estaban viviendo en el tiempo de transición entre la obra del Espíritu Santo en el Antiguo Pacto y la obra del Espíritu Santo en el Nuevo Pacto (Grudem, 2009, Pag. 811). En este punto hay que anotar algo más: El Dr. David López menciona que la teología reformada tiene una pneumatologia paulista y que fue el pentecostalismo quien reivindicó a Lucas como un teólogo independiente al pensamiento del apóstol Pablo (Asambleas de Dios, 2020, Min. 35:51), esto es un error que se evidencia al recordar que Lucas era compañero de viaje de apóstol Pablo, y aunque él también escribió inspirado por el Espíritu Santo, el respaldo del apóstol Pablo a su obra es de gran importancia, pues recordemos que Lucas no era un apóstol, por ende carecía de autoridad apostólica y sus escritos solo serían tenidos como autoritativos en la medida que concordaran con la enseñanza apostólica, por ende, es imposible que exista una especie de diferencia, o peor aún, contradicción, entre la doctrina del Espíritu Santo paulina y lucana. Pero aún hay algo en las palabras del Dr. López que tienen un componente más peligroso: pueden servir para negar la inmutabilidad de Dios, esto es así debido a que sí Lucas escribió inspirado por el Espíritu, y Pablo también pero hay puntos en los cuales no concuerdan (como lo que indicaba el bautismo en el Espíritu Santo), entonces o uno de los dos no fue inspirado o Dios se contradice a sí mismo; ambas posiciones son totalmente heréticas. Todo esto se soluciona si interpretan los textos de Pablo y de Lucas a la luz de toda la Escritura (de ahí la importancia de la teología bíblica), pues nos muestra que ni Lucas ni Pablo vieron esta obra del Espíritu desde formas o perspectivas diferentes.

Al analizar los objetivos de Lucas al escribir, notamos que él está contando una historia la cual se divide en dos partes: los hechos de Jesús encarnado (evangelio) y los hechos de Jesús resucitado y glorificado a través de su Espíritu (Hechos) por tanto, en el Evangelio nos cuenta la redención de su pueblo, y en Hechos se narra la expansión de su pueblo; así pues, los eventos de derramamiento del Espíritu nos señala: la inclusión de otras personas al pueblo de Dios (Samaritanos en Hechos 8, prosélitos (temerosos de Dios) en Hechos 10 y gentiles en Hechos 19), y el hablar en lenguas se muestra es como la sanación de la maldición impuesta a la humanidad, por Dios, durante los sucesos de la torre de Babel, donde todo lenguaje fue confundido. Dice el Dr. R.C. Sproul:


Los primeros creyentes no pensaban que los samaritanos, los temerosos de Dios, y los discípulos gentiles de Juan podían ser cristianos. Por eso, el bautismo del Espíritu Santo sirvió como confirmación de su calidad de miembros dentro de la iglesia. Como cada uno de estos grupos había experimentado el bautismo del Espíritu Santo de la misma manera que lo habían experimentado los judíos en Pentecostés, no había forma de rechazar su inclusión en la iglesia. Pedro mismo tuvo esta experiencia personalmente. Cuando Pedro vio que el Espíritu Santo había venido sobre los gentiles temerosos de Dios que estaban en la casa de Cornelio, concluyó que no había ningún motivo para mantenerlos alejados de la plena comunión en la iglesia. (Sproul, 1992, Pag. 130)

En síntesis, la teología reformada entiende el bautismo del Espíritu Santo como la capacitación que Dios da al creyente para vivir y servirle, pero esto no es un suceso separado del momento de la salvación, no es una experiencia posterior ni mucho menos algo que deba ser buscado. Simón Kistemarker señala lo siguiente:


Aquí encontramos el pleno cumplimiento de la promesa que Jesús hizo a los apóstoles: “Ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días” (1:5). El día de Pentecostés, el Espíritu llenó a cada uno de los que estaban en la casa sentados, de manera que 120 fueron bautizados espiritualmente (vv. 2, 4). Es muy interesante un estudio del bautismo del Espíritu en Hechos. “Dondequiera se menciona el bautismo en el Espíritu después de Pentecostés, nunca es una experiencia de creyentes que han sido bautizados antes en el Espíritu, sino que se trata de nuevos creyentes que han sido traídos a la fe de Cristo”. (Kistemaker, 2007, pag. 64).

Los eventos narrados en el libro de Hechos se entienden como eventos únicos que señalaron tanto la llegada del Espíritu Santo a todos los creyentes, como la expansión de la obra de Dios y posterior inclusión a su Pueblo, de grupos de personas con etnicidades que, de nos ser de esa manera, los apóstoles de costumbres judías jamás hubieran admitido. 

Por último, he de mencionar, incluso desde mi experiencia en el tiempo que pertenecí a una comunidad pentecostal, que esta doctrina crea una especie de "segregación" entre los creyentes y fomenta una división que, aunque no sea perceptible de manera física y tangible, sí lo es de manera practica. Esto es así porque dentro de la creencia del bautismo del Espíritu Santo se sostiene que este capacita al creyente para vivir en Cristo, para cumplir su misión, por ende, el creyente que, según esta perspectiva, no ha sido bautizado en el Espíritu Santo, es un creyente que aunque salvo, es inferior en alguna manera a otro que sí lo está, y contará con una "capacitación menor" o incluso ninguna capacitación. En definitiva, la congregación local pasaría a tener una división practica entre los que están enteramente capacitados (los que han recibido el bautizo en el Espíritu Santo), y lo que aún no están capacitados plenamente (los que aún no son bautizados en el Espíritu Santo.

¿Un Acto Sacramental?

 Es un error de parte del Dr. David López decir que la teología reformada tiene el bautismo del Espíritu Santo como un acto sacramental o un medio de salvación. Aquí hay un error doble, en primer lugar es insinuar que un acto sacramental está ligado a un medio de salvación, el segundo es decir que la teología reformada tenga el bautismo del Espíritu Santo como un acto sacramental. Ya expuse que se quiere indicar y que no cuando la teología reformada indica que el bautismo del Espíritu Santo señala la inclusión del creyente al pueblo de Dios, por ende, no repetiré esa parte.

Me propondré entonces primero a indicar que la teología reformada solo tiene dos sacramentos, que entre los bautistas es más comúnmente llamarlos “ordenanzas”. En el capítulo 28 al 30 de la Confesión de Fe Bautista de 1689 solo se expresan del bautismo en agua y la Santa Cena como las dos únicas ordenanzas o sacramentos, de hecho el párrafo 1 del capítulo 28 dice: “El Bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas que han sido positiva y soberanamente instituidas por el Señor Jesús, el único legislador, para que continúen en su iglesia hasta el fin del mundo” (Confesión Bautista, 2009, Pág. 41)


La Confesión de Westminster lo expresa en el Capítulo 27, primer párrafo:

Los sacramentos son señales y sellos santos del pacto de gracia, instituidos directamente por Dios, para representar a Cristo y a sus beneficios y para confirmar nuestra participación en él, y también para establecer una distinción visible entre aquellos que pertenecen a la iglesia y el resto del mundo, y para obligarlos solamente al servicio de Dios en Cristo, conforme a Su Palabra. (Confesión Westminster, 2013, Pág. 90)

 

Es una lastima que el Dr. David López tampoco indique referencias de la supuesta controversia entre reformados sobre si el bautismo en el Espíritu Santo es exclusivo de Dios o administrado por la Iglesia (Asambleas de Dios, 2020, Min. 30:20), pues en lo personal desconozco controversia alguna de este tipo, por el contrario, la teología reformada siempre ha indicado que la salvación solo es por gracia, por medio de la fe en la vida y obra de Jesús como el Cristo y Salvador, por ende, solo Dios tiene la gloria.

Finalmente, el Dr. David López indica que es el pentecostalismo el que hace una vinculación de la emoción y el sentimiento a la vida cristiana además de la parte de la misionologia (Asambleas de Dios, 2020, Min. 56:20), empero en esto también se equivoca, pues basta solamente ver la obra del puritano Jonathan Edwrds “Los Afectos Religiosos” para ver que la teología reformada nunca buscó desvincular la emoción y el sentimiento del dogma, además, es al teólogo Juan Calvino a quien se le conoce como el teólogo del Espíritu Santo.


CONCLUSIÓN

Como indiqué al principio, no es mi intención entrar a refutar de una manera directa la enseñanza del pentecostalismo, sino indicar lo que la teología reformada enseña al respecto del bautismo en el Espíritu Santo, pues la exposición del Dr. David López no hace justicia a la teología reformada. Es necesario que se tenga en cuenta al hablar de una teología, el conocer la misma, y si es posible, citar algunas referencias, pues al no hacerlo, como indiqué anteriormente, quedan como solo suposiciones y percepciones personales, pero que al no ser correctas, muestran un sesgo propio del desconocimiento de lo que se habla. Por tanto, la invitación es a que todos y cada uno que lee esto, conozca la doctrina reformada, pues contrario a lo que se cree, es esta teología la que reivindica el verdadero papel del Espíritu Santo y realza su verdadera obra.



Bibliografía

·       Asambleas de Dios. (2020). La Era del Espíritu Santo en Tiempos de Pandemia (Vídeo). Recuperado de: https://www.facebook.com/AsambleasdeDiosColombia/videos/757260645074717

·       Assemblies of God. (Sin Fecha). Declaración de Verdades Fundamentales. Recuperado de: https://ag.org/es-ES/beliefs/Statement-of-Fundamental-Truths

·       Confesión Bautista de fe de 1689. (2009). Florida – USA. Editorial: Chapel Library

·       Confesión de Fe de Westminster. (2013). Barcelona – España. Editorial: Publidisa

·       Berkhof, L., (Sin Fecha). Teología Sistemática.

·       Sproul, R.C., (1992). Las Grandes Doctrinas de la Biblia. Miami – USA. Editorial:Unilit

·       Kistemaker, S., (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Hechos. Michigan – USA. Editorial: Libros Desafio

Nyenhuis, G., (Sin Fecha). 30 Doctrinas Esenciales del Cristianismo.

Grudem, W., (2009). Teología Sistemática. Miami - USA. Editorial: Vida

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