jueves, 1 de octubre de 2020

Teología Paulina del Perdón.

 


El perdón es uno de los temas menos populares entre los cristianos, sobre todo, aquel que trata sobre el perdón entre hermanos en la fé, y esto es porque vemos una lucha constante en nuestras vidas al saber las demandas que hacen las Escrituras respecto a este tema, y cuando intentamos abordar la cuestión del perdon, nuestro orgullo y ego inmediatamente salen a flote para hacernos sentir, si hemos sido los ofendidos, que es la otra persona la que debe acercarse a nosotros a pedirnos perdón; pero si somos los ofensores, vuelven a brotar de nosotros los peligrosos "hermanos gemelos" orgullo y ego para decirnos que lo hicimos sin querer y que el hermano ofendido debería entender eso y perdonarnos con facilidad.

Este artículo trata sobre como enseña el Apóstol Pablo este tema del perdón entre hermanos, donde veremos cuales son las bases del perdón entre creyentes, como Pablo fue impactado por estos mismos fundamentos y cómo él vivió de manera plena dicha doctrina para darle esa autoridad de exhortar a las iglesia a perdonarse entre hermanos y mostrar así el perdón de Dios hacia ellos y a la vez dar evidencia de que verdaderamente han sido salvados.

  

ACLARACIONES Y BASES INICIALES.

 

Cuenta una historia que cierto rico escocés había prestado en vida mucho dinero a varias personas. Siendo que era muy considerado, trataba con cariño a sus deudores y cuando se daba cuenta de que era imposible que le pagaran, ponía debajo de la cuenta su firma junto con la palabra: “Perdonado”. Después de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que amparaban las notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que principiar juicios legales hasta que el juez, al examinar uno de estos casos le preguntó:

 —Señora, ¿es esta la firma de su esposo?

—Sí —contestó ella—, de eso no hay duda.

—Entonces —dijo el Juez— no hay nada que obligue a estas gentes a pagar cuando el mismo esposo de usted ha escrito la palabra “Perdonado”.[1]

 

Cuando a un verdadero cristiano se le habla sobre el tema del perdón, es casi que inevitable el hecho de que llegue a su mente la idea o recuerdo de haber sido perdonado por Dios por medio de su Hijo Jesucristo a través de la predicación del Evangelio, evidentemente esto no está mal y hasta debiera ser nuestro primer pensamiento cuando mencionamos el tema, sin embargo, no es a este perdón vertical (de Dios al creyente) que me estaré refiriendo sino que trataré más bien la cuestión del perdón horizontal, es decir, el perdón entre creyentes pues considero que es un tema menos popular, lo cual ha llevado a la iglesia contemporánea a practicar un perdón mundano y no como el Señor demanda en las Escrituras.

No obstante, que este articulo no vaya a centrarse en el tema del perdón vertical no significa que este no tenga nada que ver con la cuestión del perdón entre cristianos, por el contrario, el tema del perdón de Dios a pecadores como nosotros es la base y médula de cualquier tipo de perdón que podamos ejercer nosotros los cristianos; evidencia de esta verdad la encontramos, por ejemplo, en diversos pasajes de los evangelios donde el mismo Señor Jesucristo muestra que el perdón al prójimo parte de la premisa de haber sido perdonados primeramente por Dios.

Solo por mencionar algunos ejemplos, tenemos la parábola que da el Señor Jesucristo en respuesta a Pedro después de que este le pregunta sobre cuántas veces debe perdonar, la cual se encuentra dentro del contexto de la restauración y perdón entre creyentes o más conocido como la disciplina eclesiástica; en esta parábola se muestra, a grandes rasgos, el perdón generoso de un Dios compasivo hacia un pecador que suplica por el perdón de una deuda impagable, pero que se contrasta con el gran enojo de Dios porque este deudor ya perdonado no perdonó una deuda infinitamente menor a un consiervo que le adeudaba algo. Esto es una clara alusión a que el perdón entre hermanos en una evidencia legítima de alguien que ha sido perdonado por Dios.[2]

Un reflejo de esta verdad inclusive podemos verla en la oración que enseña Jesús a sus discípulos en Mateo 6:12 cuando dice “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” Donde se puede apreciar el hecho de que perdonar también es reflejo del perdón judicial que hemos recibido al depositar nuestra fe en Cristo Jesús.

Es claro para el creyente que esta capacidad que ahora tenemos de perdonar es debido a la morada del Espíritu de Dios en nuestras vidas, pero no podemos tampoco negar el hecho de que el mismo recuerdo de haber sido perdonados de una deuda infinita e impagable nos brinda ese impulso de perdonar a otros, porque como dijo nuestro Señor a Simón el fariseo, refiriéndose a la mujer pecadora que enjugó sus pies: “Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama.” (Lucas 7:36-47) lo que, en palabras nuestras, significa que al que mucho se le perdona mucho ama.


EL JUDÍO QUE NO PERDONA

 

“No se le pueden pedir peras al olmo”, reza un adagio popular, y esto también era cierto para Saulo de Tarso antes de su conversión puesto que no había experimentado el perdón que trae aquella paz que sobrepasa todo entendimiento. ¿y cómo era Pablo, o Saulo de tarso, antes de su conversión? Lo cierto es que no es fácil responder esta pregunta. o por lo menos no de la manera tan detallada como quisiéramos, ya que normalmente el apóstol evitaba hablar de sí mismo en sus cartas, aunque de vez en vez nos daba uno que otro atisbo sobre su vida pasada.

De su vida temprana, la Escritura lo único que se nos menciona es que estuvo presente en la ejecución por apedreamiento de Esteban, participando de manera indirecta cuando colabora sosteniendo las túnicas de los lapidadores aplicando la norma de la Torah relacionada con los blasfemos, y aunque la Escritura no nos dice que Saulo haya tomado alguna piedra para lanzarla, algunos autores consideran que es muy probable que se nos da a entender que su presencia era muestra de, por lo menos, consentía la muerte de esteban y aborrecía la doctrina que este mártir profesaba.[3]

Saulo de Tarso era uno de los que menos podían llegar a considerarse como “candidato” a ser cristiano, pues la Escritura dice que era uno de los perseguidores más conocidos y temidos por los cristianos de la época pues les asediaba constante y despiadadamente, muestra de esto, es la forma como se expresa la Biblia de Saulo de Tarso: “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor…” (Hch. 9:1). Sin embargo, este judío inmisericorde es frenado en seco camino a Damasco por aquel a quien perseguía, Cristo mismo, quien de inmediato le cambio a Saulo aquel corazón de piedra por uno de carne, trastornando de manera drástica el curso de su vida como judío inquisidor militante (v3 -19) para llevarle a ser una oveja anhelante y dependiente en todo de su Pastor.  Evidencia de esta dramática conversión podemos verla en Filipenses 3, puesto que allí se describe cómo fue cambiado por completo su percepción de la religión y de la vida en general, para resultar teniendo por basura aquello que todo judío tenía como su tesoro más valioso: una vida llena de obras que le permitirían supuestamente ser acepto ante Dios para así ser salvo. [4]

Y así… esta es la breve pero certera imagen que nos brinda la Escritura sobre Saulo de Tarso: Hombre orgulloso de su vida "impecable e irreprensible" y con un celo que para los judíos ortodoxos de la época era digno de admirar (Filipenses 3:6), con la finalidad clara de aniquilar el judeo-cristianismo, al que percibía como una amenaza contra las tradiciones judías (Gál 1: 13-14; 1: 22 y 1 Co 15:9).[5] Solo para poner en perspectiva la clase de celo judío de Saulo, podríamos detenernos a observar la gran diferencia entre su actitud profundamente perseguidora e inquisidora, frente a la de su propio maestro Gamaliel quien era más influyente, famoso, pero paradójicamente más sensato, es decir, mientras Saulo era conocido por las persecuciones despiadadas a los cristianos, años antes, el famoso rabino Gamaliel intervenía frente al sanedrín (Hch. 5: 34-39) para persuadirlos por la violencia y muerte que quería ejercer este gobierno judío contra los apóstoles Pedro y Juan para evitar que los seguidores de Jesús predicaran que Él era el Mesías y que había resucitado; la famosa frase de Gamaliel que, queriendo o sin querer, ayudó a los cristianos fue en resumen:


“Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; más si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.”

 

Vemos pues, por lo menos en las Escrituras, un maestro sensato y tolerante como Gamaliel, frente a un discípulo enceguecido por evitar el avance de un ministerio que estaba ratificando, como sabiamente lo había dicho su maestro, que el evangelio que predicaban los cristianos era de Dios y por lo tanto, estaban luchando contra Dios mismo, o acaso ¿no fue esto lo que le dijo el Señor Jesucristo a Saulo cuando se le apareció camino a Damasco? Recordemos: “y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch. 9: 4). Es evidente por los capítulos posteriores del libro de hechos que esta actitud tolerante por parte de los sacerdotes duró poco tiempo, pero lo importante de esta situación es resaltar la persona y el celo de Saulo de Tarso.

 

EL APÓSTOL PERDONADOR

 

Vemos pues en hechos 9 la conversión del Apóstol Pablo; una conversión extremadamente dramática pero que era necesaria debido a la gravedad de la situación de Saulo frente a la iglesia de Cristo como perseguidor, pero también, necesaria por el llamado mismo que tendría Pablo como apóstol a los gentiles por lo que este debía tener una convicción profunda de su llamado y de la realidad del contenido del evangelio, o acaso ¿habrá algo más certero o que brinde más convicción de la verdad que el mismo Señor Jesucristo le aparezca en persona y en poder a un perseguidor tan despiadado como Saulo de Tarso? Así pues, el dramatismo de la conversión de Saulo considero que debía ser así de fuerte.

Vemos en Pablo después de su convicción un cambio radical, del cielo a la tierra, y unas ganas desmedidas por predicar el evangelio, aunque inicialmente, el apóstol nos cuenta que después de su conversión decidió quedarse un tiempo en aislamiento en el desierto de Nabatea en Arabia (Gálatas 1:17) que cubre la península del Sinaí, para luego regresar a Damasco y comenzar su ministerio publico sin la necesidad de consultar con ninguno de los doce apóstoles.[6]

Pero no solamente comenzó a ejercer un apasionado ministerio predicando el evangelio, sino también viviéndolo y mostrando como el perdón que Dios le había manifestado debía ser también extendido a toda personas, fuese judío o gentil, puesto que la paz  que sentía en ese momento no podía quedársela para si mismo, muestra de esta verdad la vemos en pasajes como 1 Tim 1: 11-16 , donde expresa como Dios le mostro su misericordia por medio de haberle no solo perdonado, sino también por haberle encargado el ministerio de la reconciliación sabiendo que antes fue perseguidor e injuriador estando en ignorancia e incredulidad, pero, gran muestra de su agradecimiento a Dios lo expresa cuando dice también: “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.” (1 Ti 1: 14-16). ¿acaso estas expresiones no son muestra de ese perdón vertical que impacto la vida del apóstol? Por supuesto que sí.

Sin embargo, el apóstol llevo este agradecimiento a Dios por medio de expresarles ese perdón de manera horizontal a sus hermanos en Cristo, lo cual vemos en las exhortaciones que da Pablo a las iglesias de perdonarse mutuamente y así dar muestra del aquel perdón dado primeramente por Dios hacia ellos, como por ejemplo en Col 3:13 


“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.”, 

lo cual repite casi que de manera exacta en Efesios 4:32.

 

Comenzamos a percibir entonces que la teología paulina sobre el perdón entre creyentes, como se había mencionado al comienzo, tiene como base el perdón dado por Dios a nosotros sobre todo porque, como dice un autor, los cristianos al ser las personas más perdonadas del mundo, debemos ser entonces las personas más perdonadoras del mundo.[7] Sin embargo, el apóstol pablo bien sabe que como creyentes con un remanente de pecado, no siempre perdonamos ni genuina ni completamente, manifestando así un perdón antibíblico y mundano, sobre todo, si siempre traemos a nuestra mente la clase de perdón que recibimos de parte de Dios. 

A manera personal, todos hemos llegado a vivir la disyuntiva de saber como perdonar de manera bíblica frente al como nos sentimos por la ofensa que se nos ha hecho, sin embargo, el llamado del apóstol es precisamente a que veamos la profunda y directa relación entre el perdón de Dios a nosotros y nuestro perdón hacia los demás hermanos, donde logramos concluir de inmediato que la norma o estándar a seguir en cuanto al perdón es sumamente alto, pero por la gracia de Dios, también se nos ha dado la capacidad y la gracia, a través del Espíritu Santo, de imitar a Cristo al perdonar a nuestros hermanos así como Dios nos ha perdonado a nosotros.[8]

El apóstol pablo dio ejemplo de esto, en toda su vida, y solo por mencionar un caso en particular, debemos traer a nuestras mentes el caso con Marcos, familiar de Bernabé. Todos sabemos la historia: Bernabé, hombre que recién convertido donó sus propiedades y se convirtió en un personaje prominente en Hechos, fue quien presentó a Pablo a la desconfiada congregación de Jerusalén, asegurándoles que este se había convertido de veras (Hch. 9:26-27) y además acompañó a Pablo durante los primeros años de ministerio del apóstol, incluyendo el viaje a Jerusalén con las contribuciones enviadas desde Antioquía para ayudar a los pobres que había allí (Hch. 11:30) y el primer viaje misionero del apóstol Pablo (Hch. 13:2). Pero a pesar de esta gran cercanía y amistad entre Pablo y Bernabé, tuvieron una gran diferencia sobre si llevaban a Marcos con ellos al segundo viaje misionero (Hch. 15: 36-41), lo cual hizo que tanto Pablo como Bernabé, tomaran a partir de allí caminos separados. 

Sin importar la razón por la que Marcos les abandonó en aquella ocasión en Panfilia (Hch 15: 36 - 41), debió haber sido algo de no poca gravedad puesto que hizo que el apóstol Pablo fuera firme en su decisión de no llevarlo durante este segundo viaje, sobre todo, si tenemos en cuenta que quien intercedía por Marcos era nada menos que Bernabé (aquel que intercedió por Pablo ante los creyentes de Jerusalén). ¿Por qué menciono esta situación? Para enfatizar el hecho de que la diferencia entre Pablo, Bernabé y Marcos no fue liviana y se resquebrajaron los lazos de hermandad a tal punto de que tomaron caminos separados; esa situación debía solucionarse algún día como hermanos en Cristo que eran… sobre todo, si el apóstol habla enfáticamente del perdón entre los hermanos en sus posteriores cartas.

Maravillosamente, las Escrituras no nos dejan con esta duda pues nos muestra que finalmente Pablo puso en práctica su propia teología, perdonó a Marcos y le restauró completamente en cuanto a su relación como hermanos, y evidencia de esto, la encontramos en las cartas a los Colosenses y a Filemón, donde el apóstol menciona y recomienda calurosamente a Marcos y aun lo incluye entre aquellos que han sido un consuelo para él y le apoya en la obra mientras se encuentra encarcelado en la ciudad de Roma (Col. 4:10; Film. 1:24). Además de esto, en años posteriores casi al final del ministerio del apóstol, también le pide a Timoteo que por favor encuentre a Marcos para que le lleva a su presencia para que le siga ayudando en el ministerio puesto que le es muy útil (2 Tim. 4:11). [9] 

Claramente las diferencias entre el apóstol Pablo y Marcos habían quedado subsanadas por el poder del evangelio perdonador y restaurador del Señor Jesucristo, dejándonos claras por lo menos dos cosas: primero, que Marcos había cometido un grave error al abandonar a los misioneros Pablo y Bernabé, de eso no hay duda; pero otra cosa clara es que Marcos era un creyente verdadero que necesitaba ser perdonado y reconciliado en hermandad con el apóstol. Marcos había cambiado, y muestra de que había cambiado era que, sin importar que Pablo estuviera detenido en Roma, estaba con el ayudándole en medio de una situación no poco peligrosa.

Muchos autores concuerdan en que es probable que la reconciliación de Pablo y Marcos se hubiera dado precisamente en la ciudad de roma en el tiempo en que se escribieron las cartas a Colosenses y Filemón, y probablemente es por esta razón que Pablo le pide a los colosenses que reciban bien a Marcos, ya que era muy posible que los colosenses supieran de la dificultan presentada con Marcos. Pablo les hacia saber tanto a los colosenses que ahora estaba bien con Marcos y por lo tanto ellos no tenían por qué recibirle “a regañadientes” o en mala actitud. Si Pablo que era el que había tenido el problema con Marcos lo había perdonado ¿Por qué los colosenses iban a tratarlo con menosprecio?[10]

Hice la aclaración de que Marcos era un creyente verdadero porque no podemos olvidar que el propósito de este trabajo es hablar sobre el perdón entre cristianos, ya que solamente entre ellos puede expresarse de manera completa y genuina el perdón que demanda el Señor Jesucristo. Obviamente esto no quiere decir que no debamos perdonar a los incrédulos, sino que este tipo perdón se expresa de otras maneras, y es un tema diferente al que estamos tratando y que debe tratarse en otra ocasión.

Y, ¿Cómo podemos inferir que Marcos era un creyente verdadero? Aunque no es el propósito de este trabajo centrarnos de Marcos, si podemos decir someramente que podía considerarse un cristiano genuino por las siguientes razones: primero, porque Pedro le llama a Marcos su hijo en 1 Ped. 5:13 (muy probablemente haciendo referencia al hecho de que fue un convertido suyo); Segundo, porque en la casa de la madre Marcos se congregaba la iglesia que pastoreaba Pedro (Hch. 12:12), por lo cual este había tenido una cercanía con el evangelio y muestra de su conversión fue el apoyo a la iglesia (Hch 13:5) y que Bernabé y Pablo le permitieron que les acompañase en el primer viaje misionero. Tercero, que escribió un evangelio que lleva su nombre, y aunque sabemos que la validez o el “aval” de este evangelio la daba el respaldo que tenía Marcos del apóstol Pedro, ¿acaso esto no es una buena muestra de Marcos era un creyente verdadero? Y cuarto, aunque no es el mejor argumento, Marcos fue un varón que desde joven aparentemente seguía como discípulo al señor Jesús (Mr 14: 51 - 52).

Marcos era un creyente verdadero que abandono el ministerio evangelistico del apóstol Pablo y de Bernabé, y así fuese por deslealtad o cobardía, posteriormente Marcos sintió el perdón y la restauración genuina de sus hermanos en la fe por medio de Bernabé, de Pedro (1 P. 5:13) que sabía por experiencia que había esperanza para aquellos que habían caído en los pecados de deslealtad y cobardía y por el personaje central de nuestro artículos: el apóstol Pablo, quien ahora tiene plena confianza en él, hasta el punto de enviarle como su delegado.[11], [12]

Vimos entonces que Pablo vive lo que predica, de eso no hay duda, sin embargo, las Escrituras nos dan un último bálsamo sobre cómo se deben perdonar entre creyentes, y para esto, el apóstol Pablo escribe una maravillosa carta que trata principalmente sobre el perdón entre cristianos: la carta que le escribe a Filemón.

El contexto es sencillo y conocido: Pablo escribe a su estimado hermano en Cristo Filemón para que reciba en amor, y con espíritu de perdón y reconciliación, a su esclavo, y ahora hermano en Cristo, Onésimo, quien le había robado para huir lejos de él. Aunque el mensaje es claro y directo, lo maravilloso de esta carta es el tomo amoroso, conciliador y perdonador con que el apóstol Pablo le habla a Filemón; esta carta es conmovedoramente amorosa puesto que dicho amor se refleja en el perdón que se brindan entre hermanos que tienen a Dios como su mismo Padre. Esta carta resume entonces todo lo que hemos visto durante este artículo, puesto que el apóstol Pablo acude al perdón que todos los actores, Pablo, Filemón y Onésimo, han recibido primeramente de Dios para ofrecer perdón al hermano.

Mirémoslo de esta manera: Pablo, quien en su vida pasada veía a los gentiles como perros inmundos, ahora se autoproclama apóstol a los gentiles y le escribe a su amado “hijo” espiritual Filemón para que reciba a su ahora hermano en Cristo Onésimo, quien le había ofendido anteriormente. ¿Qué generó este cambio en la vida de pablo y le dio la seguridad de que ocurriría lo mismo con Filemón para perdonar a Onésimo? ¿Qué le dio el poder a Onésimo para viajar cientos de kilómetros para ir y dar la cara y pedir perdón a su amo Filemón? Si, la respuesta es el poder transformador del evangelio que tiene como base el perdón que Dios nos ha dado por medio de Cristo Jesus.[13]

Vemos entonces en la vida del apóstol pablo como vivía lo que predicaba y exhortaba; vemos que perdonaba al hermano de la manera como Cristo mismo mandó: recordando siempre el perdón que había recibido del Padre, el cual saldó una cuenta impagable para salvar a esclavos pecadores y que estos pudieran disfrutar de los tesoros en Cristo Jesus. Vimos el perdón del apóstol Pablo para con Marcos, pero también observamos como ahora el apóstol, al igual que antes lo hizo Bernabé para con Marcos, intercede por su hermano esclavo Onésimo para que Filemón le perdone y le reciba como el hermano que ahora es en Cristo, y no de cualquier manera, u obligándolo, sino mas bien, acudiendo a su memoria para que recordara cuanto se le había perdonado en Cristo, expresándole con amor lo importante que ahora era Onésimo para Jesucristo diciéndole: Filemón, eres famoso por ser un consolador de corazones (versículo 7), por tanto, te envió a Onésimo como si fuera mi corazón (versículo 12, BLA), para luego decirle: conforta mi corazón (versículo 20). ¡Lo ven! Pablo en otras palabras le está diciendo a Filemón que conforte a Onésimo y le ame como si fuera el mismísimo apóstol Pablo.

Y para añadir, ¿creen que el apóstol Pablo no tiene ningún propósito con la mención de Marcos como su colaborador al final de la carta a Filemón? Yo considero firmemente que Pablo quería mostrar a Filemón al final de su carta que él mismo había sido afectado y consecuente con el perdón que demanda las Escrituras y por lo tanto perdonó a Marcos y se lo mostro en amor y como ejemplo a Filemón.


Que maravilloso es el perdón de Dios y que maravilloso puede llegar a ser el perdón entre cristianos. ¿has perdonado así al hermano que te ha ofendido?[14]

 

CONCLUSIÓN


Las conclusiones se han repasado en varias ocasiones durante todo este artículo: en primer lugar, que la base del perdón entre creyentes es precisamente el perdón vertical que hemos recibido en Cristo, y es por esta razón que se aclara que este artículo trata sobre el perdón entre creyentes, porque, ¿Cómo podríamos exigirle a un incrédulo que perdone como las Escritura demanda? O ¿Cómo podríamos perdonar a un incrédulo como la Escritura demanda si el mismo receptor de es te perdón ni siquiera ha experimentado el perdón de Dios para salvación? Claramente el perdón que vemos en la Escritura y que estamos estudiando se demanda principalmente a los creyentes.

Segundo, es importante resaltar que al ser perdonados por Dios esto debe tener como resultado el perdón bíblico entre hermanos, puesto que ahora estamos capacitados por el Espíritu Santo de Dios y además podemos perdonar mucho porque mucho se nos ha perdonado, y esto es lo que vemos en la vida del apóstol Pablo: un perdón que restaura por completo porque el perdón que el recibió de Dios fue pleno y abrumadoramente certero.

Vimos como muestra de esto, que Pablo perdono por completo a Marcos, animo a la iglesia a recibirle con amor y perdón, pero también le mostró nuevamente la confianza perdida inicialmente porque le envió como uno de sus recomendados.

La carta a Filemón es una muestra plena del perdón que debe haber entre creyentes y, por lo tanto, es un bálsamo para el ofensor porque puede encontrar esperanza en que podrá ser perdonado de manera plena, pero también es un impulso para buscar siempre la restauración completa del hermano a quien se ofendió puesto que Cristo se dio a si mismo por nosotros.

A manera de aclaración, debe decirse que el perdón bíblico como se expresó en este trabajo no anula la sabiduría y el sentido común, es decir, no queremos decir que si un hermano ha pecado contra nosotros y le perdonamos bíblicamente, esto significa que no seamos sabios y propiciemos una igual situación tentando a nuestro hermano a pecar nuevamente contra nosotros; lo que se quiere mostrar con este trabajo es que el perdón bíblico es un perdón activo y amoroso que restituye por completo al ofensor que busca en arrepentimiento restaurar, porque así fue como nos amó nuestro Dios.

  



[1] Lerı́n, A. 500 ilustraciones (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2000) p. 126.

[2] Hendriksen, W. Comentario al Nuevo Testamento: Evangelio Según San Mateo (Michigan: Desafío, 2003), p. 524 - 528

[3] Vidal, C. Pablo, El Judío de Tarso. (Madrid: Algaba, 2006), p 67.

[4] MacArthur, John. El Evangelio Según Pablo (Tennessee: Grupo Nelson, 2017), p. 33

[5] Vidal, C. Pablo, El Judío de Tarso. (Madrid: Algaba, 2006), p 69.

[6] [6] MacArthur, John. El Evangelio Según Pablo (Tennessee: Grupo Nelson, 2017), p. 34.

[7] Sande, K. Pacificadores: guía bíblica para resolver conflictos personales (Billings: Peacemaker, 2004), p 249.

[8] Sande, K. Pacificadores: guía bíblica para resolver conflictos personales (Billings: Peacemaker, 2004), p 249.

[9] Hendriksen, W. Comentario al Nuevo Testamento: Colosenses y Filemón (Michigan: Desafío, 2007), p. 217.

[10] Burt, D. F. La Epístola a Filemón: Mucha Libertad en Cristo (Barcelona: Clie, 1995), p 191.

[11] Hendriksen, W. Comentario al Nuevo Testamento: Colosenses y Filemón (Michigan: Desafío, 2007), p. 217.

[12] Burt, D. F. La Epístola a Filemón: Mucha Libertad en Cristo (Barcelona: Clie, 1995), p 192.

[13] Burt, D. F. La Epístola a Filemón: Mucha Libertad en Cristo (Barcelona: Clie, 1995), p 14 - 15.

[14] Grauman, J. [Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo]. (2019, Julio 26). El Perdón - Filemón [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=AS7M_zdN6gU

No hay comentarios:

Publicar un comentario