viernes, 10 de julio de 2020

La Justificación: Catolicismo Vs protestantismo


Una de las características más sobresalientes de las iglesias cristianas contemporáneas es que estas sustentan su profesión de fe en un conjunto de prácticas y resultados, en vez de basar esta en el contenido Escritural. Muestra de esta condición espiritual se manifiesta en el hecho de que no tienen, ni tampoco les interesa, tener un conocimiento más profundo de las Escrituras debido a que consideran que estos temas son para “personas especiales” que tienen ese “don de maestros o de pastores”. Esta clase de pensamiento no puede estar más lejos de la realidad, pues claramente, un conocimiento más profundo de la doctrina bíblica nos llevara a convicciones más fuertes y robustas que a la larga se deberá ver reflejada en una vida de santidad, por lo que crecer en este conocimiento debería ser un propósito para todo creyente, ya sea recién nacido de nuevo, o si lleva muchos años en el evangelio.

Una de estas maravillosas doctrinas, que todo cristiano debería conocer por obligación (por ser dogma fundamental del cristianismo), es la doctrina de la justificación por la sola fe, que por sí misma ya ocupa un lugar de peso e importancia tanto en las Escrituras como en la historia del cristianismo, o ¿Qué cristiano protestante no ha escuchado de Martin Lutero o de las 95 Tesis en la puerta de la iglesia de Wittemberg? Tristemente, estas preguntas retoricas terminan siendo preguntas profundas que confrontan a muchos, por que la realidad nos muestra que son demasiados los protestantes contemporáneos que ni siquiera saben porque están protestando, ni lo que les separa de la iglesia de Roma.

Por ese desconocimiento anteriormente mencionado, este artículo tiene como objetivo mostrar y hacer notar la diferencia radical que hay entre las posiciones católico-romanas y protestantes en lo referente a la doctrina de la justificación. Esto se realizará a partir de las definiciones de cada posición, extrayéndolas de la fuente misma de sus documentos históricos que contienen su confesión de Fe publica.

TRASFONDO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA


La ignorancia tanto de las Escrituras como de nuestra historia como cristianos es uno de los males más populares en medio de las iglesias protestantes contemporáneas. Esto se ve manifestado en el hecho de que los cristianos protestantes modernos ni siquiera tienen idea de la cuestión por la cual están protestando y están separados de la iglesia católico-romana, ni tampoco del hecho de que la doctrina de la justificación por la sola fe es el cimiento donde la Iglesia se mantiene o se derrumba.[1]

El desconocimiento de estos asuntos históricos es lo que hace que muchos de los cristianos actuales están creyendo cosas que la misma iglesia objetó (o protestó) como heréticas en tiempos de la reforma, y a la vez, estén comenzado a practicar lo mismo que se refutó hace siglos, a saber, que en la actualidad las iglesias carismáticas y pentecostales se alejan cada vez más de la Biblia, precisamente, por el desconocimiento de que la causa formal de la reforma era la cuestión de las Escrituras y la causa material era la de la justificación.[2] Por esta razón, es importante tener un contexto histórico claro en nuestra mente sobre cómo la importantísima doctrina de la justificación fue siendo degenerada con el paso del tiempo hasta llegar a entenderse como se hace en el día de hoy, tanto por la iglesia católico-romana como por algunos protestantes que ignoran estas cuestiones.

Cabe aclarar, que a pesar de que no consideramos como inspirados los escritos de la patrística, estos sí nos sirven para mostrar que el concepto (por lo menos en lo fundamental) de la justificación por la fe existía y se entendía de manera correcta (por la fe en base a los méritos y obra de Cristo Jesús y no por méritos nuestros) desde muy temprano en la iglesia cristiana y no fue una invención o interpretación amañada de las Escrituras por Lutero. A continuación, citaremos ejemplos importantes escritos por algunos padres de la Iglesia:

Clemente de Roma (colaborador de Pablo. Ver Fil. 4:3), dice en su primera carta a los Corintios, 7:32: Nosotros también, siendo llamados por la voluntad de Dios en Cristo Jesús, no somos justificados por nosotros mismos, ni por nuestra sabiduría, entendimiento o piedad, ni tampoco por obras que hayamos hecho en santidad de corazón, sino por la fe…
Ignacio (discípulo del apóstol Juan), escribió en su Epístola a Filadelfia, sec. 8: La cruz de Cristo, su muerte, su resurrección y la fe que es por medio de él, son mis tesoros inmaculados y en ello […] me gozo por haber sido justificado.
Policarpo (también discípulo del apóstol Juan, él murió en el año 155 d. C.), en su Epístola a los Filipenses, sec. 2, escribió: … yo sé que sois salvos por gracia, no por obras, sino por la voluntad de Dios, a través de Jesucristo.
Ireneo (discípulo de Policarpo, que murió a principios del siglo III), escribió: … mediante la obediencia de un solo hombre, nacido de la Virgen, muchos serán justificados y recibirán la salvación.
Atanasio (obispo de Alejandría durante cuarenta y seis años, muerto en el año 373 d. C.), enseñaba: No por estos (esto es, por los esfuerzos humanos) sino por la fe, un hombre es justificado como lo fue Abraham.[3]

A pesar de haberse entendido desde siempre de manera correcta, según un reconocido teólogo, la deformación de esta doctrina comenzó debido a que los líderes de la iglesia (de final del siglo cuarto en adelante), comenzaron a estudiar las Escrituras no desde la Septuaginta (la traducción al griego del Antiguo Testamento) y el Nuevo Testamento en griego, sino desde la Vulgata latina (la traducción al Latín de la Biblia del siglo cuarto), la cual traduce el concepto de justificación con la palabra justificare, que literalmente quiere decir: “hacer justo al alguien”; esto causó que la iglesia se basara en este concepto legal romano para desarrollar su doctrina de la justificación y así poder responder a la cuestión de cómo una persona injusta pueda ser justo ante las demandas santas de la Ley de Dios. Con el tiempo, la justificación fue deformándose al punto de llegar a considerarla como dependiente de la ordenanza del bautismo, puesto que consideraban esta última como la base de la justificación porque, según ellos, el bautismo impartía una nueva vida espiritual y capacitaba al hombre para justificarse a sí mismo ante Dios haciendo que le acepte.[4][5]

Con el paso del tiempo, la preciosa doctrina de la justificación por la sola fe, termino considerándose como el resultado de la supuesta vida espiritual obtenida en el bautismo y que se manifestaba participando en los sacramentos de la iglesia, cumpliendo penitencias, etc., haciendo que la justificación nunca pudiera disfrutarse de manera perfecta en la vida del creyente por que a causa del pecado remanente siempre se necesitaría de estos sacramentos. Poco a poco y unido también a intereses personales, esto llevó al cobro de dinero por indulgencias, haciendo que un monje agustiniano alemán de la ciudad de Wittemberg, llamado Martin Lutero, clavara 95 tesis en la iglesia de esta ciudad para debatirlas, puesto que veía abusos en el desarrollo de este programa de indulgencias.

Claramente esto nos lleva al tema de la reforma protestante de hace 500 años, que, a pesar de no ser nuestro tema en cuestión ni en el que vamos a profundizar, no puede pasarse por alto su mención, puesto que la doctrina de la justificación estaba como tema principal de dicha protesta que nos separó de la iglesia que ahora se encuentra representada en Roma.

A continuación, veremos entonces cómo es entendida la doctrina de la justificación por la iglesia católico-romana y así pasar a exponer la postura reformada o protestante sobre esta misma doctrina.

JUSTIFICACIÓN SEGÚN LA INSTITUCIÓN DE ROMA


Para exponer esta doctrina de la justificación de la manera más justa posible, para cada enfoque, se procurará citar los postulados teológicos directamente de las mismas confesiones y textos a los cuales se adhiere cada posición para brindar una fuente más confiable y objetiva para el lector. Cabe aclarar desde un comienzo, que mi posición frente a la doctrina de la justificación es la protestante reformada (más adelante se aclara el porqué de esta expresión), por lo cual, añadiré algunos énfasis (cursivos y subrayados) en las definiciones propias del catolicismo romano por cuestiones prácticas para el posterior análisis desde la perspectiva propia protestante.

Debido a que la justificación para la iglesia de Roma tiene su base en el bautismo, es importante considerar primero lo que cree esta institución romana sobre esta cuestión, por lo cual veremos las definiciones de sus doctrinas directamente de su catecismo que se encuentra en la página del vaticano:

Párrafo 1213: El santo bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu (vitae spritualis ianua) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
Párrafo 1263: Por el bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales, así como todas las penas del pecado.[6]
Párrafo 405: …El bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.[7]

Habiendo aclarado esto, es menester mostrar que la institución romana define y cree de la doctrina de la Justificación las siguientes declaraciones:

Párrafo 1989: La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del Evangelio: “Convertíos porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 4, 17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. “La justificación entraña, por tanto, el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior” (Cc. de Trento: DS 1528).
Párrafo 1990:La justificación es prolongación de la iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y sana.
Párrafo 1992:La justificación es concedida por el Bautismo, sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida eterna (cf Concilio de Trento: DS 1529).[8]

Por lo anterior, podemos concluir que esta institución considera (en las frases que se resaltan y se subrayan de las citas de su catecismo) del bautismo lo siguiente: perdona pecados, regenera, justifica, da membresía a la iglesia y recibe la gracia. Esto quiere decir para ellos, que la santificación incluye el perdón de pecados y la libertad del poder del pecado, lo que en pocas palabras quiere decir que la iglesia de roma encierra en un mismo concepto la justificación y la santificación. Sin embargo, para estos el bautismo solo cubre el pecado original y los pecados antes del bautismo, pero no los posteriores a este; pero como en teoría Dios ya la ha hecho justa por el bautismo, entonces la persona está lista para hacer méritos propios y así podrá mantener su justificación.[9]

Se puede concluir de estas declaraciones de la iglesia de roma, que ésta considera que primero somos santificados después del bautismo y posteriormente somos declarado justos porque solo así podríamos mostrar una justicia propia que sea aceptable para Dios.[10]

JUSTIFICACIÓN ROMANA VS REFORMADA


Como se expresó anteriormente, la postura a la que que me adhiero es la protestante reformada, por lo que juntamente expondré mis convicciones a la hora de mostrar lo que creen las iglesias protestantes reformadas. ¿A qué me refiero con la expresión protestante reformado? ¿Acaso al decir protestante no se incluye tácitamente la idea de adherirse a las doctrinas rescatadas en la reforma protestante? Tristemente en la actualidad la expresión “cristianos protestantes” no representa el cuerpo de doctrinas que se rescataron en la reforma protestante de hace 500 años. Esta expresión debo hacerla, ya que la mayoría de las iglesias protestantes, con el paso del tiempo, han abrazado la misma posición doctrinal  (o por lo menos muy similar) de la iglesia católico-romana: el semi-pelagianismo.

Aunque analizar el semipelagianismo no hace parte de los objetivos de este artículo, se hace también imposible no mencionarlo, porque es una posición doctrinal que tiene en común la iglesia de roma con la mayoría de las iglesias protestantes contemporáneas en lo referente a la salvación. Muchos cristianos protestantes actuales probablemente se ofenderán por la afirmación que acabo de hacer, pues alegarán que no creen en los santos, ni en la virgen María ni mucho menos en la salvación por obras, pero en la práctica, si se nota fácilmente que en lo referente a la Salvación, como la entienden mucho cristianos contemporáneos, la responsabilidad termina recayendo en la espalda del ser humano más que en Dios.

Si tuviera que mencionar alguna diferencia entre el semipelagianismo de la iglesia de roma y la mayoría de las iglesias contemporáneas, sería solamente las diferentes expresiones que usan para referirse a la misma doctrina errada (gracia anticipatoria/gracia preveniente). Por esta razón, quiero dejar claro que la posición a la que yo me adhiero y defenderé a partir de ahora como creyente, es aquella posición protestante que se mantiene adherida a las doctrinas rescatadas en la reforma protestante que consideran que la justificación es por la sola fe, no solamente de manera teórica sino también en la práctica (calvinismo).

Dice la confesión de Fe bautista de Londres de 1689 (CFBL) sobre la justificación:

A quienes Dios llama eficazmente, también justifica gratuitamente, no infundiéndoles justicia y rectitud sino perdonándoles sus pecados, y considerando y aceptando sus personas como justas; no por nada que hay en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no imputándoles la fe misma, ni la acción de creer, ni ninguna otra obediencia evangélica como justicia; sino imputándoles la obediencia activa de Cristo a toda la ley y su obediencia pasiva en su muerte para la completa y única justicia de ellos por la fe, la cual tienen no de sí mismos; es don de Dios.[11]

A simple vista, este primer párrafo del capítulo sobre la justificación de la CFBL muestra que consideramos: que la justificación es gratuita, no infunde justicia ni rectitud en hombre, no se da en el hombre por nada que sea o haya hecho (incluyendo la fe), sino que le imputa al hombre la obediencia activa de Cristo a toda la ley y su obediencia pasiva en su muerte. Sobre el bautismo, la confesión de Fe bautista de Londres de 1689 (CFBL) declara lo siguiente:

El bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento instituida por Jesucristo, con el fin de ser para la persona bautizada una señal de su comunión con él en su muerte y resurrección, de estar injertado en él, de la remisión de pecados y de su entrega a Dios por medio de Jesucristo para vivir y andar en novedad de vida.[12]

De entrada, estas definiciones que damos sobre el bautismo y justificación están en contravía con las creencias de la iglesia de roma haciendo que, por ejemplo, podamos concluir de inmediato que la diferencia radical entre los católicos y nosotros los protestantes reformados es que los católicos romanos consideran que por medio del bautismo se le regenera al pecador haciéndolo capaz de justificarse por sí mismo delante de Dios por medio de acciones santas, como lo son la participación de los sacramentos, haciendo finalmente que estas personas terminen dependiendo de la conexión vital con la gracia de Dios que imparte solamente la iglesia de roma[13], [14]

También, sobre el bautismo, la iglesia de roma considera que el bautismo trabaja ex opere operato, es decir, que el bautismo trabaja automáticamente en el bautizado haciéndolo justo en sí mismo. Esta declaración y lo que significa no tiene ningún sustento bíblico; mientras que los protestantes, consideramos la justificación como una doble imputación, es decir, con justificación nos referimos a que nuestros pecados se le imputan a Cristo en la cruz del calvario, Sus justicias se imputan a nosotros cuando creemos y así Dios puede considerarnos como justos (del griego dikaioo que significa “declarar justo”) pues Cristo pagó por nuestros pecados y ahora a nosotros se nos imputan las obras de Cristo. Sin embargo, lo que para nosotros es imputación, para la iglesia de roma es la infusión, lo cual quiere decir que para los católicos la justicia de Cristo se le infunde al creyente haciéndolo literalmente justo, no porque se le acredite a su cuenta, sino porque estas justicias en realidad se convierten en su posesión.[15]

Mientras tanto, nosotros como protestantes creemos, basados en las Escrituras, que la justificación es una declaración que hace Dios de nosotros, solamente por la fe depositada en Cristo, en la cual se nos considera legalmente justos ante sus ojos, en Virtud de la obra activa y pasiva de Cristo, no solamente perdonando nuestros pecados, sino que además pone “en nuestra cuenta” un saldo positivo que corresponde a la vida perfecta de Cristo durante su ministerio terrenal, que es la única base para estar correctamente delante de un Dios Justo.[16], [17], [18], [19]

En otras palabras, como protestantes reformados creemos que en el mismo momento en que el pecador cree, este es justificado, adoptado y tiene ya la vida eterna porque se le ha declarado sin culpa y no hay más condenación. Estos argumentos mencionados a favor nuestro son totalmente bíblicos y opuestos a las creencias católico-romanas que van en contra de todo lo que los protestantes consideramos como pilares de la Fe, por ejemplo, que la justicia de la Ley se debe cumplir en cada creyente (Rom 8:4), que Cristo es nuestro sustituto ante la Ley de Dios (Gal 4: 4-5), que estas justicias conseguidas por Cristo se nos imputan por medio de la fe (Rom 4: 22) y que la justificación es permanente para siempre.[20]

En este sentido es que insistimos tajantemente en que la salvación es por la sola Fe, y evidencia de esto la encontramos en diversos pasajes como, por ejemplo, y solo por mencionar algunos pocos tenemos a Romanos 11:6, Efesios 2:8–9, Romanos 2:28–29, Romanos 9:31–32, Gálatas 3:7, y algunos otros más claros como, por ejemplo:

Romanos 3:19–24, 28 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Romanos 4:1–5: ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Gálatas 3:10–11: Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.


CONCLUSIÓN


En concordancia con un reconocido teólogo[21], el catolicismo romano está cometiendo las mismas equivocaciones (o por lo menos unas muy similares) que tuvieron los judíos de las Escrituras, ya que para ambos la Salvación del hombre está condicionada por realizar una obra que finalmente acarrea méritos para ser justos delante de Dios, a saber, para los judíos esta obra era la circuncisión, mientras que ahora para los católicos el bautismo es también aquella obra. Claramente el ladrón en la cruz es muestra de que Dios salva (que implica la justificación) solo por medio de la fe, y está también termina siendo un regalo de Dios como vimos anteriormente en las Escrituras.

Los protestantes reformados claramente vivimos por la verdad de que la justificación es una declaración legal, que no solo nos perdona y nos libra de culpa, sino que deja a nuestro favor las justicias de nuestro Señor Jesucristo. Esto hace que la perspectiva católico-romana sea una aberración a los ojos de Dios, pues esta perspectiva es como si sacáramos dinero de nuestro bolsillo para pagar el regalo de la salvación que se nos ha dado en Cristo Jesús por medio de creer solamente. Que gran ofensa es esta, además, que también le quita la Gloria que debe ser solamente para Dios, puesto que el plan eterno de redención se ve a lo largo de todas las Escrituras como un acto monergista de parte de nuestro santo Dios.

Otra diferencia que encontramos con los católico-romanos, es que los protestantes consideramos el bautismo como una señal, pero tambien como un medio de gracia si este va acompañado por la fe, porque éste nos recuerda por medio de símbolos visibles, las promesas, bendiciones y realidades espirituales que se nos brindaron y se nos siguen brindando con el evangelio (unión con Cristo, remisión de pecados y purificación moral), pero nunca considerando que la salvación depende de esta ordenanza.

Tenemos que concluir pues que, en la práctica, la iglesia de Roma es más bien una sinagoga de Satanás, y si esta afirmación te parece excesiva o muy falta de amor, recuerda que esta institución romana ha declarado abierta y oficialmente como herética la doctrina de la justificación por la sola fe, y la prueba de esto, son las siguientes citas extraídas de los cánones de Trento:

Can. 9. Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación y que por parte alguna es necesario que se prepare y disponga por el movimiento de su voluntad, sea anatema [cf. 798, 801 y 804].
Can. 11. Si alguno dijere que los hombres se justifican o por sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados, excluida la gracia y la caridad que se difunde en sus corazones por el Espíritu Santo y les queda inherente; o también que la gracia, por la que nos justificamos, es sólo el favor de Dios, sea anatema [cf. 799 s y 809].
Can. 12. Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza de la divina misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o que esa confianza es lo único con que nos justificamos, sea anatema [cf. 798 y 802].[22]

Entonces, al ver que esta iglesia católico-romana señala como herética nuestra amada y apreciada doctrina de la justificación por la sola fe, debemos traer a nuestra mente las palabras del apóstol Pablo cuando le escribe a las iglesia de la región de Galacia, refiriéndose a si alguien predica una doctrina o evangelio diferente al que él ha enseñado:

Romanos 1: 8-9 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Anthony Molina Torres.
Diácono
Estudiante de Licenciatura en Teología
Seminario Reformado Latinoamericano




[1] R.C, Sproul, ¿Estamos Juntos En Verdad? (Graham: Faro de Gracia, 2012), p. 37
[2] R.C, Sproul, ¿Estamos Juntos En Verdad? (Graham: Faro de Gracia, 2012), p. 37
[3] D. Rivero, Absuelto: La doctrina bíblica de la justificación. (Moral de Calatrava: Peregrino, 2012), p. 34 – 35 
[4] R.C, Sproul, ¿Estamos Juntos En Verdad? (Graham: Faro de Gracia, 2012), p. 37 – 38
[5] D. Rivero, Absuelto: La doctrina bíblica de la justificación. (Moral de Calatrava: Peregrino, 2012), p. 43
[6] Sitio de internet, Citas textuales de la página del vaticano (link:  http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a1_sp.html
[7] Sitio de internet, Citas textuales de la página del vaticano (link:  http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c1p7_sp.html)
[8] Sitio de internet, Citas textuales de la página del vaticano (link: http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c3a2_sp.html
[9] Richard Ramsay, Católicos y protestantes: ¿Cuál es la diferencia? (Miami: FLET, 2004), p. 19 – 20.
[10] R.C, Sproul, ¿Estamos Juntos En Verdad? (Graham: Faro de Gracia, 2012), p. 38.
[12] Chapel Library, Confesión Bautista De Fe De 1689, (Moral de Calatrava: Peregrino, 2009), p. 24.
[13] Richard Ramsay, católicos y protestantes: ¿Cuál es la diferencia? (Miami: FLET, 2004), p. 23.
[14] D. Rivero, Absuelto: La doctrina bíblica de la justificación. (Moral de Calatrava: Peregrino, 2012), p. 42
[15] R.C, Sproul, ¿Estamos Juntos En Verdad? (Graham: Faro de Gracia, 2012), p. 39.
[16] D. Rivero, Absuelto: La doctrina bíblica de la justificación. (Moral de Calatrava: Peregrino, 2012), p. 43
[17] Mueller. La Justificación: Cómo perdona Dios. (Milwaukee: Northwestern, 2004), p. 12.
[18] Richard Ramsay, católicos y protestantes: ¿Cuál es la diferencia? (Miami: FLET, 2004), p. 28.
[19] Roger Smalling, ¡Felizmente Justificados! (Miami: R.E.A.L, 2004), p.9
[20] Roger Smalling, ¡Felizmente Justificados! (Miami: R.E.A.L, 2004), p.12
[21] Richard Ramsay, católicos y protestantes: ¿Cuál es la diferencia? (Miami: FLET, 2004), p. 32.
[22] Richard Ramsay, católicos y protestantes: ¿Cuál es la diferencia? (Miami: FLET, 2004), p. 36.

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