En la publicación pasada ahondamos un poco en la vida del apóstol Pedro (si aún no lo has leído, puedes hacerlo aquí); vimos su origen, el llamamiento que le hizo el Señor Jesucristo, su lugar dentro del grupo de los apóstoles, dos declaraciones hechas por el apóstol y su negación del Señor Jesucristo. Hoy veremos a Pedro después de la muerte del Señor y después de la venida del Espíritu Santo. Quiera Dios y podamos vernos edificados con la transformación que solamente puede dar Dios a través del poder de Su Santo Espíritu.
1.3 PEDRO TRAS DE LA MUERTE DE JESÚS
A pesar de lo visto en la primer parte de este articulo, gracias al Señor la historia aquí no termina. "Curiosamente", en la
historia de los evangelios, no se vuelve a hablar de Pedro sino hasta el
momento después de la resurrección, cuando nuestro personaje en cuestión sale corriendo al
sepulcro después de que María lleva la noticia a los 12, y cuando ningún
discípulo creía en esto, es Pedro quien sale corriendo junto con el Apóstol Juan,
que siendo más joven llega primero que Pedro. Sin embargo, Juan no entra, y
como es característico de nuestro personaje, Pedro entra primero. Impetuoso
como siempre, pero, aun así, no encuentra sino los vendajes y el sudario del
Señor Jesucristo. Cabe resaltar que Juan después de ver el sepulcro vacío, creyó. Esto no se dice de Pedro.
El
segundo evento que menciona al apóstol es, basados en 1 Cor 15:5, que a la
primera persona que se le aparece el Señor Jesucristo es al apóstol Pedro,
haciéndolo así el primer testigo de la resurrección. En Juan 21: 15 – 17, se
muestra uno de los dos eventos más importantes en la vida de Pedro después de
la negación. Aquí, el Señor restaura completamente al Apóstol Pedro para que
pudiera ejercer el ministerio que le habría de encomendar.
Es
curioso que las preguntas que le hizo el Señor Jesús a Pedro en este pasaje se
las hiciera en público, claramente buscando restaurar aquella proclamación
publica de que moriría por el Señor cuando claramente no fue así. Es también
remarcable la cantidad de veces que le pregunto a Pedro si le amaba, o, ¿acaso
pedro no le había negado también tres veces? Claramente el espíritu de este
pasaje es la restauración plena del apóstol Pedro.
Esto
nos lleva al segundo evento importante en la vida del Apóstol Pedro, y también
de todo el pueblo cristiano: el evento de pentecostés. Para abarcar este
evento, pasamos al libro de los Hechos, en el cual, Lucas (escritor de Hechos), le da al apóstol Pedro
la prominencia de ocupar la primera mitad del libro, es decir, hasta el
capítulo 15, ya que después de este, se habla del avance del evangelio en el
pueblo gentil a través del apóstol Pablo.[1]
Antes
de comentar este evento, es importante resaltar que desde el primer capítulo de
hechos se muestra al apóstol Pedro como el líder de la iglesia primitiva, por
ejemplo, en el capítulo 1, es Pedro quien guía en oración a 120 personas para
elegir al apóstol que reemplazaría a Judas. En el capítulo 2 ocurre este evento
de Pentecostés, donde vemos cumplida la promesa del profeta Joel y vemos como
estas personas son llenas del Espíritu de Dios, acto seguido, el apóstol Pedro,
lleno del Espíritu Santo, es quien primero predica con denuedo el mensaje del Evangelio y ante
esto se convierten 3.000 personas ante el Señor Jesucristo. ¿acaso esto no es
un gran contraste a la anterior vida de pedro? ¿acaso Pedro no negó a Cristo
ante una criada portera para ahora predicar abiertamente del Señor Jesucristo
ante tantas personas entre las cuales había miembros del sanedrín?
Definitivamente, el cumplimiento de la promesa del derramamiento de Espíritu
Santo partió la historia de la Iglesia en dos.
Seguido
a esto, en el capítulo 3, pedro acompañado de juan, es quien proclama las palabras
que le confieren el primer milagro realizado por el poder el Espíritu Santo,
para después aprovechar el evento y proclamar el evangelio. En el capítulo 4, visiblemente
vemos el denuedo y valentía de Pedro ante los gobernantes y Caifás, el sumo
sacerdote de la época, para predicar el evangelio del Señor Jesucristo.
Claramente vemos un gran avance en el ministerio del apóstol Pedro. En el
capítulo 5 se sigue repitiendo la actitud demoledora del apóstol pedro, quien
poderosamente enfrenta el engaño de Ananías y Safira mostrando también que el
Señor estaba con él a tal punto, que sanaba a los enfermos solo con que estos
tocaran su sombra. Aquí también vemos como el apóstol enfrento al concilio de
fariseos, sin temor a que se le azotara, como finalmente sucedió.
Ya en
el capítulo 10 vemos a un apóstol Pedro, que a pesar de la lucha interna que tenia por su
tradición judía, ahora se somete a la palabra del Señor y va a predicar el
evangelio a un gentil llamado Cornelio, siendo así herramienta para que el
evangelio llegue a toda carne (tanto a judíos como a gentiles), para luego hablarse
de él nuevamente en el capítulo 12, mostrando la gran oposición del rey Herodes
(Agripa I) que mata a Jacobo hermano de Juan y encarcela a Pedro con el fin de
darle el mismo destino, sin embargo el Señor le libró por medio de un ángel que
le salva. A partir de aquí, no se vuelve a mencionar al apóstol pedro sino
hasta el capítulo 15 donde hace su última aparición en el libro de los hechos
en el concilio de Jerusalén. Aquí se marca un precedente definitivo en la
iglesia primitiva que libra al pueblo gentil de algunas prácticas judías.
Después
de esto, el apóstol pedro es mencionado en algunas ocasiones en la carta a los gálatas,
donde el apóstol pablo le describe como el primer apóstol que encontró cuando
fue a visitar a Jerusalén, mostrando la prioridad que ocupaba este en la misión
del apóstol Pablo. Además, pablo también describe a Pedro como una columna
junto con Santiago y Juan, de la iglesia de Jerusalén. Ya en el capítulo 2, se
menciona nuevamente a Pedro como quien acepta que Pablo se dirija a los
gentiles y el a los judíos, sin embargo, más adelante hay un altercado entre el
aposto Pablo y Pedro, porque este último, nuestro protagonista, estaba dejando
a un lado a los hermanos gentiles cuando llegaron algunos judíos de parte de
Santiago. Este acto de hipocresía de Pedro afecto profundamente a Pablo, a tal
punto de que reprendió a Pedro en público.
De las
cartas de Pedro vemos a un hombre ya avanzado de edad que (por lo menos la
primera carta) escribe desde roma, basados en la declaración de que está en
“Babilonia” (1 Pe 5:13). También podemos concluir el relato mencionando que
muchos consideran el evangelio de Marcos como el evangelio o la predicación del
Apóstol Pedro. Igualmente se considera que murió en Roma bajo la persecución de
nerón.[2] Según Eusebio de Cesarea
en su libro de historia eclesiástica, quien cita a orígenes en su comentario a
Génesis, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse
digno de morir del mismo modo que Jesús.[3]
2 EL IMPACTO DEL APÓSTOL PEDRO PARA NUESTRA VIDA
En
muchas ocasiones podemos vernos reflejados en el Apóstol Pedro, pues nos dejamos llevar por el ímpetu que genera la pasión sobre ciertas cuestiones, para luego
darnos cuenta de que, a pesar de hablar con sinceridad, no lo habíamos hecho con
sabiduría. El apóstol
es un mar de contradicciones que nos sirven de espejo para moldear nuestra vida cada
vez más hacia los pies del Señor Jesucristo. Sin embargo, es evidente que en la
vida de Pedro se puede distinguir claramente la transición entre el antiguo y
el nuevo pacto unido al evento en pentecostés. Esto no quiere decir que desde
antes de pentecostés no se mostrara algún desarrollo como líder en el, aunque es evidente que después de su caída en la negación, este ya era un hombre diferente puesto que su respuesta fue humilde y sin presunción ante la pregunta de Jesús
de si le amaba. Definitivamente el antiguo Pedro hubiera exclamado a gran voz
que le amaba tanto que daría su vida por El. Sin embargo, en la restauración de Pedro ya podemos evidenciar algo que
cambio en su carácter.
Esto
muestra una evolución en su liderazgo, sin embargo, no puedo dejar de pensar en
cómo debió haberse sentido Pedro en aquellos días entre la muerte del Señor
Jesucristo y su resurrección, sobre todo por el hecho de esa mirada al final del Señor
que debió retumbar por mucho en su cabeza. Ciertamente esto debería ser estremecedor en nuestras vidas, porque aquellas cosas que mencione anteriormente que acentuaron
la culpa en la vida de Pedro podemos verlas tambien en nuestras vidas (y eso que ahora estamos con el Espíritu Santo después de una obra ya consumada en la Cruz). Esto nos confronta grandemente, porque cuando caemos en pecado somos tambien privilegiados pues se nos ha concedido estar en la familia de
Dios, hemos sido advertidos por las Escrituras y muchas veces en nuestras oraciones hemos jurado que nos esforzaremos por no caer en esta o aquella cosa pecaminosa. Esa
mirada del Señor ahora debería retumbar en nuestras cabezas cada vez que pecamos después que este estudio de la vida del Apóstol Pedro.
En mi
vida ahora también alumbra con mayor potencia la restauración del Señor, porque
él nos ha prometido por la escritura que no nos echara si le buscamos arrepentidos y
el apóstol Pedro es muestra de ello. Sin embargo, debemos librarnos de no caer en
la tentación de tener aires de superioridad, ya que cuando vemos que otros cometen
pecados que nosotros no hemos cometido, podemos llegar a caer en el error de creer
que somos mejores que ellos, porque así no neguemos al Señor como lo hizo Pedro, hay otras maneras en que hemos negado a Cristo en nuestras vidas con nuestros actos.
También
al ver la vida del Apóstol Pedro resalta la diferencia que el Espíritu Santo
hace en el ejercicio de su ministerio, porque podemos ver que aquel que negó al
Señor frente a una criada, un grupo de personas no muy grande y un familiar de
alguien a quien había herido, ahora predica con denuedo, convicción y poder el evangelio
del Señor Jesucristo sin importar si está ante una multitud, las máximas
autoridades eclesiales o si quieren asesinarle por expandir las buenas noticias
del Señor. Esta verdad es maravillosa, pero también golpea fuerte y
profundamente nuestra vida, porque a la vez, esto es una muestra de lo que debería
ser el cambio en una persona que ha sido bendecida por el don del Santo
espíritu de Dios después de cumplida ya la promesa de pentecostes. En otras palabras, no tenemos excusa, y si no estamos mostrando un nivel de santidad, conocimiento y piedad mayor,
definitivamente es solamente culpa nuestra, porque el mismo Espíritu que dio
firmeza y denuedo al Apóstol Pedro es el mismo que habita en nosotros. Con esto
claramente no quiero decir que tengamos alguna capacidad de hacer milagros o de
generar doctrina como un Apóstol, pero si quiero decir que no tenemos excusa para
decir que no hemos crecido poderosamente en las Escrituras y denuedo en la
predicación. La vida del apóstol Pedro tambien nos enseña que, si estos poderosos
hombres de Dios caen en pecados de esta gravedad, cuanto más deberíamos de
cuidarnos de nosotros mismos y estar aferrados cada vez más a los pies del
Señor Jesucristo.
3 CONCLUSIÓN
El apóstol Pedro es definitivamente el
líder de la iglesia primitiva, el cual es caracterizado por una personalidad
impetuosa, fuerte y en ocasiones imprudente, sin embargo, contaba con la confianza del Señor
Jesucristo, al punto de considerarle como unos de los 3 discípulos más cercanos
al Señor, entre los cuales, tenía también prominencia.
Vemos también que era un hombre que
confiaba grandemente en si mismo, dio grandes declaraciones sobre la persona
del Señor Jesucristo, pero también graves afirmaciones y conductas que le
confirieron fuertes reprensiones por parte del Señor. Sin embargo, pudo sentir
la purificación en su ser por medio de la obra y corrección de nuestro señor
Jesucristo.
Es evidente ver que hay bastante humildad,
mansedumbre y avance en madurez por parte del Apóstol Pedro cuando el Señor
Jesús le restaura. Este liderazgo se potenció a lo sumo con el cumplimiento de
la promesa en pentecostés, creando un apóstol poderoso en las Escrituras, lleno
de denuedo y poder para predicar el evangelio del Señor Jesucristo que se le
fue encomendado al proclamársele pescador de hombres. En el apóstol Pedro
podemos ver un espejo para nuestras vidas, que nos confronta con sus caídas
y también con su restauración, pues cada vez que caemos en pecado podremos acordarnos del perdon que este recibió y así se sumara mas fuerza a nuestro levantar. El apóstol y su vida nos dejan sin excusa, y ahora nosotros deberíamos preguntarnos: ¿somo como el Pedro Humilde, manso y poderoso en las Escrituras, o como el Pedro imprudente y autosuficiente? Quiera Dios ayudarnos en este peregrinaje y crecer cada día mas en conformidad a la imagen de Jesucristo.
4 BIBLIOGRAFÍA
· Walls,
A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de
Teología. Michigan: Libros Desafío, 2006.
· Manser, M. H. G. Powell, Ed. Diccionario de
temas bíblicos. Bellingham: Software Bíblico Logos, 2012.
· Gish, J, J. D. Barry & L. Wentz,
Diccionario Bíblico Lexham. Bellingham: Lexham Press, 2014.
· Ventura, S. V. En Nuevo diccionario bíblico
ilustrado. Barcelona: CLIE 1985
· Gómez,
Salvador. Serie de predicaciones en audio. Ubicadas en el siguiente link
consultado el 1 de nov 2017. https://ibsj.org/media_category/la-vida-del-apostol-pedro/
[2] Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología (Michigan:
Libros Desafío, 2006). pp. 463–464.
[3] Cita de internet. https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Pedro#cite_note-newadvent_1-65. Consultado el 1 de noviembre de 2017
Excelente ��������
ResponderEliminarAlabado sea nuestro buen Dios que nos sigue edificando por medio de Su palabra. Bendiciones.
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