viernes, 28 de febrero de 2020

Pedro: Un Cristiano como yo. (Segunda Parte)


 


En la publicación pasada ahondamos un poco en la vida del apóstol Pedro (si aún no lo has leído, puedes hacerlo aquí); vimos su origen, el llamamiento que le hizo el Señor Jesucristo, su lugar dentro del grupo de los apóstoles, dos declaraciones hechas por el apóstol y su negación del Señor Jesucristo. Hoy veremos a Pedro después de la muerte del Señor y después de la venida del Espíritu Santo. Quiera Dios y podamos vernos edificados con la transformación que solamente puede dar Dios a través del poder de Su Santo Espíritu. 


1.3      PEDRO TRAS DE LA MUERTE DE JESÚS


A pesar de lo visto en la primer parte de este articulo, gracias al Señor la historia aquí no termina. "Curiosamente", en la historia de los evangelios, no se vuelve a hablar de Pedro sino hasta el momento después de la resurrección, cuando nuestro personaje en cuestión sale corriendo al sepulcro después de que María lleva la noticia a los 12, y cuando ningún discípulo creía en esto, es Pedro quien sale corriendo junto con el Apóstol Juan, que siendo más joven llega primero que Pedro. Sin embargo, Juan no entra, y como es característico de nuestro personaje, Pedro entra primero. Impetuoso como siempre, pero, aun así, no encuentra sino los vendajes y el sudario del Señor Jesucristo. Cabe resaltar que Juan después de ver el sepulcro vacío, creyó. Esto no se dice de Pedro.

El segundo evento que menciona al apóstol es, basados en 1 Cor 15:5, que a la primera persona que se le aparece el Señor Jesucristo es al apóstol Pedro, haciéndolo así el primer testigo de la resurrección. En Juan 21: 15 – 17, se muestra uno de los dos eventos más importantes en la vida de Pedro después de la negación. Aquí, el Señor restaura completamente al Apóstol Pedro para que pudiera ejercer el ministerio que le habría de encomendar.

Es curioso que las preguntas que le hizo el Señor Jesús a Pedro en este pasaje se las hiciera en público, claramente buscando restaurar aquella proclamación publica de que moriría por el Señor cuando claramente no fue así. Es también remarcable la cantidad de veces que le pregunto a Pedro si le amaba, o, ¿acaso pedro no le había negado también tres veces? Claramente el espíritu de este pasaje es la restauración plena del apóstol Pedro.

Esto nos lleva al segundo evento importante en la vida del Apóstol Pedro, y también de todo el pueblo cristiano: el evento de pentecostés. Para abarcar este evento, pasamos al libro de los Hechos, en el cual, Lucas (escritor de Hechos), le da al apóstol Pedro la prominencia de ocupar la primera mitad del libro, es decir, hasta el capítulo 15, ya que después de este, se habla del avance del evangelio en el pueblo gentil a través del apóstol Pablo.[1]

Antes de comentar este evento, es importante resaltar que desde el primer capítulo de hechos se muestra al apóstol Pedro como el líder de la iglesia primitiva, por ejemplo, en el capítulo 1, es Pedro quien guía en oración a 120 personas para elegir al apóstol que reemplazaría a Judas. En el capítulo 2 ocurre este evento de Pentecostés, donde vemos cumplida la promesa del profeta Joel y vemos como estas personas son llenas del Espíritu de Dios, acto seguido, el apóstol Pedro, lleno del Espíritu Santo, es quien primero predica con denuedo el mensaje del Evangelio y ante esto se convierten 3.000 personas ante el Señor Jesucristo. ¿acaso esto no es un gran contraste a la anterior vida de pedro? ¿acaso Pedro no negó a Cristo ante una criada portera para ahora predicar abiertamente del Señor Jesucristo ante tantas personas entre las cuales había miembros del sanedrín? Definitivamente, el cumplimiento de la promesa del derramamiento de Espíritu Santo partió la historia de la Iglesia en dos.

Seguido a esto, en el capítulo 3, pedro acompañado de juan, es quien proclama las palabras que le confieren el primer milagro realizado por el poder el Espíritu Santo, para después aprovechar el evento y proclamar el evangelio. En el capítulo 4, visiblemente vemos el denuedo y valentía de Pedro ante los gobernantes y Caifás, el sumo sacerdote de la época, para predicar el evangelio del Señor Jesucristo. Claramente vemos un gran avance en el ministerio del apóstol Pedro. En el capítulo 5 se sigue repitiendo la actitud demoledora del apóstol pedro, quien poderosamente enfrenta el engaño de Ananías y Safira mostrando también que el Señor estaba con él a tal punto, que sanaba a los enfermos solo con que estos tocaran su sombra. Aquí también vemos como el apóstol enfrento al concilio de fariseos, sin temor a que se le azotara, como finalmente sucedió.

Ya en el capítulo 10 vemos a un apóstol Pedro, que a pesar de la lucha interna que tenia por su tradición judía, ahora se somete a la palabra del Señor y va a predicar el evangelio a un gentil llamado Cornelio, siendo así herramienta para que el evangelio llegue a toda carne (tanto a judíos como a gentiles), para luego hablarse de él nuevamente en el capítulo 12, mostrando la gran oposición del rey Herodes (Agripa I) que mata a Jacobo hermano de Juan y encarcela a Pedro con el fin de darle el mismo destino, sin embargo el Señor le libró por medio de un ángel que le salva. A partir de aquí, no se vuelve a mencionar al apóstol pedro sino hasta el capítulo 15 donde hace su última aparición en el libro de los hechos en el concilio de Jerusalén. Aquí se marca un precedente definitivo en la iglesia primitiva que libra al pueblo gentil de algunas prácticas judías.

Después de esto, el apóstol pedro es mencionado en algunas ocasiones en la carta a los gálatas, donde el apóstol pablo le describe como el primer apóstol que encontró cuando fue a visitar a Jerusalén, mostrando la prioridad que ocupaba este en la misión del apóstol Pablo. Además, pablo también describe a Pedro como una columna junto con Santiago y Juan, de la iglesia de Jerusalén. Ya en el capítulo 2, se menciona nuevamente a Pedro como quien acepta que Pablo se dirija a los gentiles y el a los judíos, sin embargo, más adelante hay un altercado entre el aposto Pablo y Pedro, porque este último, nuestro protagonista, estaba dejando a un lado a los hermanos gentiles cuando llegaron algunos judíos de parte de Santiago. Este acto de hipocresía de Pedro afecto profundamente a Pablo, a tal punto de que reprendió a Pedro en público.

De las cartas de Pedro vemos a un hombre ya avanzado de edad que (por lo menos la primera carta) escribe desde roma, basados en la declaración de que está en “Babilonia” (1 Pe 5:13). También podemos concluir el relato mencionando que muchos consideran el evangelio de Marcos como el evangelio o la predicación del Apóstol Pedro. Igualmente se considera que murió en Roma bajo la persecución de nerón.[2] Según Eusebio de Cesarea en su libro de historia eclesiástica, quien cita a orígenes en su comentario a Génesis, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús.[3]

2       EL IMPACTO DEL APÓSTOL PEDRO PARA NUESTRA VIDA


En muchas ocasiones podemos vernos reflejados en el Apóstol Pedro, pues nos dejamos  llevar por el ímpetu que genera la pasión sobre ciertas cuestiones, para luego darnos cuenta de que, a pesar de hablar con sinceridad, no lo habíamos hecho con sabiduría. El apóstol es un mar de contradicciones que nos sirven de espejo para moldear nuestra vida cada vez más hacia los pies del Señor Jesucristo. Sin embargo, es evidente que en la vida de Pedro se puede distinguir claramente la transición entre el antiguo y el nuevo pacto unido al evento en pentecostés. Esto no quiere decir que desde antes de pentecostés no se mostrara algún desarrollo como líder en el, aunque es evidente que después de su caída en la negación, este ya era un hombre diferente puesto que su respuesta fue humilde y sin presunción ante la pregunta de Jesús de si le amaba. Definitivamente el antiguo Pedro hubiera exclamado a gran voz que le amaba tanto que daría su vida por El. Sin embargo, en la restauración de Pedro ya podemos evidenciar algo que cambio en su carácter.

Esto muestra una evolución en su liderazgo, sin embargo, no puedo dejar de pensar en cómo debió haberse sentido Pedro en aquellos días entre la muerte del Señor Jesucristo y su resurrección, sobre todo por el hecho de esa mirada al final del Señor que debió retumbar por mucho en su cabeza. Ciertamente esto debería ser estremecedor en nuestras vidas, porque aquellas cosas que mencione anteriormente que acentuaron la culpa en la vida de Pedro podemos verlas tambien en nuestras vidas (y eso que ahora estamos con el Espíritu Santo después de una obra ya consumada en la Cruz). Esto nos confronta grandemente, porque cuando caemos en pecado somos tambien privilegiados pues se nos ha concedido estar en la familia de Dios, hemos sido advertidos por las Escrituras y muchas veces en nuestras oraciones hemos jurado que nos esforzaremos por no caer en esta o aquella cosa pecaminosa. Esa mirada del Señor ahora debería retumbar en nuestras cabezas cada vez que pecamos después que este estudio de la vida del Apóstol Pedro.

En mi vida ahora también alumbra con mayor potencia la restauración del Señor, porque él nos ha prometido por la escritura que no nos echara si le buscamos arrepentidos y el apóstol Pedro es muestra de ello. Sin embargo, debemos librarnos de no caer en la tentación de tener aires de superioridad, ya que cuando vemos que otros cometen pecados que nosotros no hemos cometido, podemos llegar a caer en el error de creer que somos mejores que ellos, porque así no neguemos al Señor como lo hizo Pedro, hay otras maneras en que hemos negado a Cristo en nuestras vidas con nuestros actos.

También al ver la vida del Apóstol Pedro resalta la diferencia que el Espíritu Santo hace en el ejercicio de su ministerio, porque podemos ver que aquel que negó al Señor frente a una criada, un grupo de personas no muy grande y un familiar de alguien a quien había herido, ahora predica con denuedo, convicción y poder el evangelio del Señor Jesucristo sin importar si está ante una multitud, las máximas autoridades eclesiales o si quieren asesinarle por expandir las buenas noticias del Señor. Esta verdad es maravillosa, pero también golpea fuerte y profundamente nuestra vida, porque a la vez, esto es una muestra de lo que debería ser el cambio en una persona que ha sido bendecida por el don del Santo espíritu de Dios después de cumplida ya la promesa de pentecostes. En otras palabras, no tenemos excusa, y si no estamos mostrando un nivel de santidad, conocimiento y piedad mayor, definitivamente es solamente culpa nuestra, porque el mismo Espíritu que dio firmeza y denuedo al Apóstol Pedro es el mismo que habita en nosotros. Con esto claramente no quiero decir que tengamos alguna capacidad de hacer milagros o de generar doctrina como un Apóstol, pero si quiero decir que no tenemos excusa para decir que no hemos crecido poderosamente en las Escrituras y denuedo en la predicación. La vida del apóstol Pedro tambien nos enseña que, si estos poderosos hombres de Dios caen en pecados de esta gravedad, cuanto más deberíamos de cuidarnos de nosotros mismos y estar aferrados cada vez más a los pies del Señor Jesucristo.

3       CONCLUSIÓN


El apóstol Pedro es definitivamente el líder de la iglesia primitiva, el cual es caracterizado por una personalidad impetuosa, fuerte y en ocasiones imprudente, sin embargo, contaba con la confianza del Señor Jesucristo, al punto de considerarle como unos de los 3 discípulos más cercanos al Señor, entre los cuales, tenía también prominencia.

Vemos también que era un hombre que confiaba grandemente en si mismo, dio grandes declaraciones sobre la persona del Señor Jesucristo, pero también graves afirmaciones y conductas que le confirieron fuertes reprensiones por parte del Señor. Sin embargo, pudo sentir la purificación en su ser por medio de la obra y corrección de nuestro señor Jesucristo.

Es evidente ver que hay bastante humildad, mansedumbre y avance en madurez por parte del Apóstol Pedro cuando el Señor Jesús le restaura. Este liderazgo se potenció a lo sumo con el cumplimiento de la promesa en pentecostés, creando un apóstol poderoso en las Escrituras, lleno de denuedo y poder para predicar el evangelio del Señor Jesucristo que se le fue encomendado al proclamársele pescador de hombres. En el apóstol Pedro podemos ver un espejo para nuestras vidas, que nos confronta con sus caídas y también con su restauración, pues cada vez que caemos en pecado podremos acordarnos del perdon que este recibió y así se sumara mas fuerza a nuestro levantar. El apóstol y su vida nos dejan sin excusa, y ahora nosotros deberíamos preguntarnos: ¿somo como el Pedro Humilde, manso y poderoso en las Escrituras, o como el Pedro imprudente y autosuficiente? Quiera Dios ayudarnos en este peregrinaje y crecer cada día mas en conformidad a la imagen de Jesucristo.

4       BIBLIOGRAFÍA


·       Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología. Michigan: Libros Desafío, 2006.
·        Manser, M. H. G. Powell, Ed. Diccionario de temas bíblicos. Bellingham: Software Bíblico Logos, 2012.
·         Gish, J, J. D. Barry & L. Wentz, Diccionario Bíblico Lexham. Bellingham: Lexham Press, 2014.
·        Ventura, S. V. En Nuevo diccionario bíblico ilustrado. Barcelona: CLIE 1985
·       Gómez, Salvador. Serie de predicaciones en audio. Ubicadas en el siguiente link consultado el 1 de nov 2017.  https://ibsj.org/media_category/la-vida-del-apostol-pedro/



[1] Ventura, S. V. En Nuevo diccionario bíblico ilustrado. (Barcelona: CLIE, 1985) p. 899–901.
[2] Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología (Michigan: Libros Desafío, 2006). pp. 463–464.
[3] Cita de internet. https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Pedro#cite_note-newadvent_1-65. Consultado el 1 de noviembre de 2017

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Alabado sea nuestro buen Dios que nos sigue edificando por medio de Su palabra. Bendiciones.

      Eliminar