jueves, 7 de mayo de 2020

El Matrimonio para el Apóstol Pablo


El apóstol Pablo es uno de los más influyentes, por no decir que el más influyente, entre los servidores del Señor que fueron usados para propagar el cristianismo y para registrar la voluntad del Señor. Conocer el pensamiento del apóstol con respecto a ciertos temas es muy importante, pues de esta manera podemos entender su teología, y al ser él el autor de más de la mitad del nuevo testamento, es una herramienta imprescindible a la hora de interpretar un pasaje.


El matrimonio es uno de los temas más importantes en la cotidianidad, pues cada vez van en aumento las tasas de divorcio y el posponer adquirir responsabilidades de este tipo, por eso es valioso conocer el pensamiento que el apóstol tenía con respecto a este tema. Este es el objetivo que concierne a este ensayo, y con el fin de lograrlo, nos enfocaremos en tres pasajes claves donde el apóstol habla más en detalle al respecto: 1 Corintios 7, Efesios 5 y Colosenses 3. De ante mano es necesario decir que este trabajo no pretender ser dogmático, por ende, se espera que otra persona, a una mayor profundidad, pueda hacer un estudio similar en el futuro.

La forma de proceder será estudiar los pasajes en mención, donde podremos dilucidar el pensamiento del apóstol al respecto, según estos pasajes.

EL PENSAMIENTO DEL APÓSTOL PABLO SOBRE EL MATRIMONIO

El matrimonio es parte fundamental de la vida general pero tiene mayor connotación y relevancia dentro de la fe cristiana. Desde el principio Dios dio la orden de multiplicarse y con esto venía la bendición del matrimonio (Gén. 1:28), esto conlleva a que toda sociedad tuviese una perspectiva acerca del matrimonio, pero siempre dentro de un ámbito general: un hombre debe unirse a una mujer.

El apóstol Pablo predicó en lugares paganos dominados por el imperio romano en una época en que la homosexualidad y la promiscuidad era algo legal y normal entre las personas, lo que le obligó a tenerse que referir, en constantes ocasiones, a dicho tema. Uno de los aspectos que más se habla en la actualidad es sobre sí el mismo apóstol era casado o no. Este punto es importante en la medida de que si el apóstol es o estuvo casado, tendrán mayor relevancia sus palabras a si no lo estuvo. Los católicos romanos enseñan que Pablo no estuvo casado en ningún momento y para esto se basan en que las ordenes de Pablo era a que él prefería que se quedasen como él (entendiendo que todos estamos en común acuerdo de que Pablo estaba soltero durante su ministerio), y más exactamente las palabras de 1 Cor. 7:8 donde dice “a los solteros y a la viudas”, el argumento es que si Pablo era viudo, por qué no dijo “a los no casados y a los viudos” (Apologética Católica, s.f.); sin embargo la palabra “soltero” o “no casados” se traduce de la palabra griega agamos que hace referencia tanto a uno soltero o a una persona viuda, y Pablo hace referencia a las personas que una vez estuvieron casadas y ya no lo están, haciendo uso de este vocablo (Coalición por el Evangelio, 2014).

Debemos admitir, por tanto, que el apóstol Pablo tuvo una época como casado y que posiblemente enviudó, o como supone el autor John Pollock, su mujer lo abandonó al él convertirse a la fe de Cristo (Pollock, 2012).

1 Corintios 7

Este es uno de los principales pasajes donde el apóstol hace referencia al matrimonio. El apóstol ha venido respondiendo algunas dudas que los creyentes de la iglesia de Corinto le habían escrito, e inicia su respuesta indicando que “bueno le sería al hombre no tocar mujer”. Son muchos los que opinan que esa frase no es un indicativo del apóstol a apoyar una vida célibe, de hecho, dicen que el apóstol está es realmente citando la carta que los corintios le habían escrito a él (Kistemaker, 1998), sin embargo, el “pero” que se ve en el verso dos pareciese apoyar el sentido de que sí es una afirmación; pero aún con esto, no es posible en ninguna manera apoyar la idea de que el apóstol coloca la vida célibe por encima del matrimonio, pues en otros lugares Pablo cita la unión de Adán y Eva en el paraíso, indicando que Dios mismo instituyó el matrimonio (1 Cor. 6:16; Gn. 2:24).

Para el apóstol el matrimonio es una relación reciproca donde cada conyugue debe darse al otro (v. 3-6) y un estado que se debe buscar mantener si se está en él (v. 17-24), incluso da órdenes a mantenerse unido a su conyugue incluso cuando este sea incrédulo, a menos que este no consienta mantener la relación (v. 12-15).

Los que apoyan el celibato argumentan que Pablo prefiere la vida célibe debido a sus palabras refiriéndose a las personas vírgenes que “harán bien en quedarse como está” (V. 26b), sin embargo decir que Pablo se opone al matrimonio, o que lo tiene como algo secundario en comparación de una vida célibe, es un error al ignorar otros pasajes en los cuales el apóstol habla del tema, como cuando hace la conocida comparación entre Cristo con su Iglesia, pero esto lo trataremos más adelante. Se debe tener en cuenta el “a causa de la necesidad que apremia” (v. 26a), pues es está la que indica que las palabras del apóstol son debidas a una situación como tal. Hay quienes dicen que esta situación apremiante se refiere a hecho de las dificultades que el escaton presente, inaugurado por Jesús, trajo; y que por ende Pablo se refiere a que era preferible no correr el riesgo con cosas como cambios en el estado civil (Fricke, 2003). Sin embargo, me inclino más por la argumentación de que Pablo se refiere a una situación especifica acontecida a la iglesia de corintio, como una persecución o hambruna, pero en lo que sí estamos de acuerdo es que para el apóstol ve que la vida en matrimonio puede limitar el servicio al Señor (v. 32-35). En todo esto, la argumentación del apóstol, apunta es al hecho preguntado por la iglesia de corintio, su respuesta, pues, es basándose en ello y en la situación que ellos estaban viviendo, por eso el apóstol pareciese poner el estado del matrimonio por debajo del estado del celibato, pero siempre teniendo en cuenta que nunca es deseo del apóstol, o parte de su argumentación, poner el matrimonio como algo no deseable, sino que, debido a lo peligroso que era el servicio a Dios en la iglesia del siglo primero, indica que es mejor “estar como él” para no tener preocupaciones extras en el servicio al Señor.

Efesios 5

Pablo ha terminado de exponer algunos puntos doctrinales en su carta a los creyentes de la iglesia de Éfeso y ahora pasa a dar instrucciones particulares, o aplicativas, basándose en lo que ha dicho anteriormente. El punto que ahora nos atañe es lo dicho en los versos del 21 al 33 donde el apóstol da instrucciones para la vida en matrimonio. Es interesante notar, habiendo expuesto lo anterior, que en este capítulo el apóstol señala la comparación que existe en la relación entre el matrimonio conyugal, y Cristo y su Iglesia. No se puede admitir, de ninguna manera, el pensamiento de que para el apóstol la vida célibe era mucho mejor, y más importante, cuando para él el matrimonio conyugal es un reflejo, o muestra de una relación tan profunda como la que existe entre Cristo y su Iglesia. El apóstol hace uso de la expresión que vincula al matrimonio “dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (v. 31), pero lo pone en uso de esta relación, Cristo y su Iglesia, dando a entender que de la misma manera que Cristo y su Iglesia están unidos, así mismo el hombre y la mujer se unen en el vínculo del matrimonio. Es por esto por lo que se detalla, y expone, las funciones que existen entre el hombre y la mujer en el vínculo del matrimonio.

Como toda sociedad, el matrimonio es una que incluye cierto tipo de funciones para cada individuo que lo compone, esto no es ajeno para el apóstol, pero da estas indicaciones en el marco de “someterse uno a otros en el temor del Señor” (v. 21). Esto muestra, en un principio, que para el apóstol cada cónyuge tiene la misma importancia y valor delante de Dios, pero esto no implica, o infiere, que tengan exactamente las mismas funciones, dice MacArthur:

“La Biblia deja en claro que no existen distinciones espirituales ni morales entre los cristianos. “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). No existe clasificación de cristianos de ningún tipo. Todo creyente en Jesucristo tiene exactamente la misma salvación, la misma postura frente a Dios, la misma naturaleza y recursos divinos, y las mismas promesas y herencia divinas. Por otro lado, en cuestiones de papel y función Dios ha hecho distinciones” (MacArthur, 2010)

En el caso de las mujeres, el apóstol marca que su ejemplo es la Iglesia, pues como la Iglesia se somete a Cristo, así mismo la esposa debe someterse a su marido. Obviamente este sometimiento no es del todo igual al que la Iglesia debe tener con Cristo, pues el marido no es Cristo; el apóstol no está queriendo decir que así, exactamente, como la Iglesia se somete, entonces la esposa también. Lo que el apóstol está indicando es que de la misma manera que la Iglesia se somete a Cristo, que es de una manera alegre y voluntaria, así mismo la esposa lo haga a su esposo. Esto debe ser así, pues si se le ordenara a la esposa a someterse en absolutamente todo a su marido, este, quien es pecador e imperfecto, podría hace pecar a su esposa si le pidiese algo no propio de la piedad.

Alguno podría argumentar que el apóstol sí pide que las casadas estén sujetas a sus maridos en todo (v. 24), y ciertamente tendría razón, pero en esta orden se da por hecho la pureza y piedad que tendría el esposo, pues la comparación que hace refiere al esposo como ha Cristo. En este punto es muy importante notar que, si bien la comparación del texto apunta a que es el hombre el “similar” a Cristo, el Señor mismo es ejemplo de sumisión al Padre, lo cual da ejemplo a las esposas de cómo debe ser su sumisión.

Por otro lado, y en esa misma línea de pensamiento, el esposo es puesto en comparación con Cristo. En el pensamiento del apóstol acerca de las funciones en el matrimonio, da el papel al hombre de amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, indicándole la función de abnegación y negación de sí mismo, y la vida sacrificial, con el fin de procurar la santidad y un cada vez mayor honor a la esposa, y como si esto no fuese suficiente, el apóstol apunta la labor del varón a cuidar a su esposa como a su propio cuerpo. A pesar de que el apóstol indica que la unión de la Iglesia y Cristo es como “si fueran una sola carne”, él no olvida el significado original de estas palabras, lo cual lo lleva a indicar que el varón debe procurar el bienestar de su esposa, pues ella es su carne.

El principio fundamental de todo el pensamiento del apóstol, con respecto a las funciones y responsabilidades de cada cónyuge en el matrimonio, se marca todo en “el temor del Señor”. Para el apóstol es imposible concebir la idea de cumplir estas funciones sin el poder del Espíritu Santo, por ello su indicación es a que solamente los creyentes pueden obedecer tal acto, pues el inicio de su argumentación es el de “someterse unos a otros” y esto no es posible sino en “el temor del Señor”.

Colosenses 3

Otro pasaje que muestra el pensamiento del apóstol con respecto al orden original del matrimonio es Colosenses 3:18-21. Este pasaje incluso va más allá y habla de los siervos, pero en lo que nos compete, hablaremos únicamente lo dicho hasta el verso 21.

El apóstol nuevamente da la orden a las casadas a sujetarse a sus esposos, nuevamente, dice “como conviene en el Señor” (v. 18). Esta vez el apóstol le suma a su pensamiento el hecho de que el someterse a al esposo es algo digno y piadoso, pues es algo que conviene entre los creyentes. Así mismo, a la instrucción que da a los varones también se da ahora la especificación de “no ser ásperos con ellas” (v. 19). Estos mandamientos deben leerse ligados al aspecto de que el sometimiento es en el Señor y el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia, pues el Señor, nunca es áspero con esta. Adicionalmente a estos pensamientos se suma ahora la instrucción de padre a hijos. Se manda a los hijos a obedecer a los padres y a estos la orden de no ser exasperar a los hijos.

En el marco de los matrimonios actuales, incluso dentro de muchas iglesias, el tener hijos es algo no del todo deseado, o lo más retrasado posible, sin embargo es imposible eludir la orden divina que pone como un fin del matrimonio la procreación (Gn. 1:28). El fin del matrimonio es reflejar la relación que existe entre Cristo y su Iglesia, pero también la procreación lo es, por ende, dentro del pensamiento Escritural no se concibe un matrimonio sin hijos, a menos que el Señor no los haya permitido; el orden natural, pues, es que los hijos estén sometidos a sus padres en todo, esto es algo que agrada al Señor, pues ellos están bajo un autoridad, la de sus padres, y sabemos bien que el apóstol nunca a incitado a rebelarse a ningún tipo de autoridad, la carta a Filemón es un ejemplo, por nombrar alguno, entonces, los hijos, al permanecer bajo el cuidado y custodia de sus padres, deben permanecer sometidos a sus reglas, y el mismo principio que aplica para el sometimiento de la esposa a su esposo, aplica para los hijos a sus padres: se someterán en todo, menos en aquello que implique rebeldía contra el Señor y su Palabra.

Los padres, al igual que el esposo a su esposa, podría abusar de la autoridad que tiene, y por su pecado, buscar dominar a quien está bajo su autoridad. Pablo da las respectivas indicaciones, entonces, para que los padres presten mucha atención y no terminen exasperado a sus hijos. Esta es una de las causas por las cuales tantos hogares disfuncionales terminan con hijos drogadictos, en prisión, o escapándose de la autoridad y protección paternal. El tratar con firmeza, pero con cariño, a los hijos es algo muy importante, el mismo apóstol lo dice cuando menciona que es “para que no se desalienten” (V. 21). El orden natural, entonces, es que los hijos se sometan a sus padres en todo, y que estos corrijan a sus hijos no buscando desalentarlos, sino incentivando y motivando en ellos la búsqueda del Señor, así verán que su sometimiento es algo que agrada al Señor; al mismo tiempo, la esposa debe someterse a su esposo porque es algo que conviene a la piedad, y algo que agrada a Dios pues de esta manera refleja su gloria, mientras que el esposo debe mantenerse en sacrificio constante procurando la santidad de su familia.

Este es el orden que ve el apóstol Pablo en el matrimonio. Una institución sagrada, por tanto indisoluble, que refleja la gloria de Dios en la relación entre la trinidad y la de Cristo y su Iglesia, donde cada persona, o integrante, tiene una función a ejecutar para que permanezca la imagen de Dios y la armonía, y cuya finalidad es, aparte de glorificar al Señor, la procreación y multiplicación a futuras familias.

CONCLUSIÓN

Es innegable el alto valor que da el apóstol Pablo a la institución del matrimonio. Por ningún motivo promueve el ascetismo ni el celibato, sino que solo propone a que, en ciertas circunstancias, el ser soltero y permanecer así puede ser ventajoso, empero, nunca ve el matrimonio como algo malo o no deseable. El matrimonio es para Pablo algo sumamente sagrado, no solamente porque Dios lo instituyó, sino porque este refleja cosas del Su Carácter.

Para que lo anterior se cumpla plenamente, es necesario, e imprescindible, el guardar los respectivos roles, que nada tiene que ver con la dignidad de la persona, sino algo de función, así como el Hijo y el Padre son iguales en dignidad y valor, pero con grandes diferencias de funciones. Para el apóstol, pues, estas funciones, o relaciones deben ir enmaradas en el temor del Señor, que no es otra cosa que el obedecer con su rol, y cumplirlo lo mejor posible, no por el privilegio de quien lo recibe, sino por el valor y dignidad que el Señor Dios requiere

BIBLIOGRAFIA
Ø  A menos que se diga lo contrario, todos los textos bíblicos son usados de la Versión Reina Valera 1960
Ø  Apologética Católica, (s.f.). ¿San Pablo viudo? Recuperado de http://apologeticacatolica.org/Varios/Varios13.htm
Ø  Burk, D., (2014). ¿Estaba casado el apóstol Pablo? Coalición por el Evangelio. Recuperado de https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/estaba-casado-el-apostol-pablo/
Ø  Pollock, J., (2012). El Apóstol: Vida de Pablo. Colorado Springs, USA. Ediciones David Cook
Ø  Kistemarker, S., (1998). Comentario al Nuevo Testamento. Michigan, USA. Editorial: Libros Desafío
Ø  Fricke, B., (2003). Comentario 1 y 2 corintios. Texas, USA. Editorial: Mundo Hispano
MacArthur, J., (2010). Comentario MacArthur del Nuevo Testamento. Michigan, USA. Editorial: Portavoz
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