lunes, 2 de septiembre de 2019

Un Diálogo Entre Católico y Protestante. ¿Cuál es la Diferencia?:

debate

El siguiente, es un diálogo ficticio entre dos personas creyentes, uno de creencias protestantes y otro de creencia católica romana, donde ambos buscan exponer sus puntos de vistas con respecto a sus creencias. La finalidad es dar a conocer al lector un poco de ambas concepciones. El diálogo, pues, se trata de un desarrollo que el autor imagina de cómo sería este encuentro, pero que en nada se intenta representar a la realidad, aunque se desea que fuese lo ideal: una conversación sana y sincera, con mente abierta a lo que muestre: la ley y el testimonio.


La mañana era fría y los bancos del parque de la plaza de Caycedo estaban húmedas. Las personas iban de aquí para allá a toda prisa, hacía sus trabajos, sin darse cuenta de que en unos instantes dicho lugar se convertiría en el centro de un encuentro de dos cosmovisiones milenarias.
En un extremo del parque se ve arribar a un hombre de mediana estatura, tes algo morena, cabello algo castaño y una semi barba en la cara. Por el otro lado se encontraba un hombre de estatura un poco más baja que el anterior, piel un poco más clara, cabello rizado pero corto, algo corpulento y con “aires espirituales”; vestía las ropas típicas del sacerdocio católico y poseía un cuello clerical, sí, aquel que en otroras perteneciese a los ministros protestantes. Los dos personajes se sonríen un poco y se dan la mano, mientras inmediatamente, con un café de por medio, buscan una de las bancas del parque para iniciar su conversación

A: Hola, Eduard, ¿Cómo has estado?

E: Hola Andrés, bien, todo va muy bien ¿Y tú?

A: No me quejo. Me sorprendió mucho tu llamada, ¡Más aún tu propuesta de reunirnos!

E: Es bueno que conversemos un poco –dice mientras sonríe- El motivo para reunirnos es que, pues ya sabes, con todo eso de los movimientos ecuménicos que se están viendo ahora, más las duras y cada vez más difíciles batallas contra la llamada Ideología del Género, pues he visto muchas uniones entre católicos y protestantes. Una vez publicaste una nota en tu red social donde hablabas en contra de dicha cuestión, entonces, básicamente quisiera saber, conversando contigo en persona, qué tanto nos puede diferenciar como para que las reuniones entre protestantes y católicos no puedan verse como Dios. Si creemos en el mismo Dios, en el mismo Cristo, y en el mismo Espíritu ¿Por qué condenar una unión por la que nuestro mismo Señor oro al Padre en Juan 17?

Andres, sonriendo mientras Edward hablaba, sabe muy bien el por qué de las inquietudes del sacerdote.

A: Mi estimado Esdward, aunque pareciese algo simple y bueno una unión entre católicos y protestantes, son muchas las cosas que nos diferencian, de hecho, hasta lo mismo que mencionaste no es exactamente lo mismo, si tomamos en cuenta una posición bíblica protestante.

E: ¿A qué te refieres?

A: Bueno porque, aunque pareciese que sí adoramos al mismo Padre, al mismo Hijo y al mismo Espíritu Santo, la cuestión es que en la adoración no se incluye solo a la persona en sí, sino también su obra, y ahí es donde diferimos radicalmente, en su obra

E: Ha, sí, eso. Ustedes enseñan que las obras no son para salvación

A: Eso es lo que enseña la Escritura ¿no?

E: ¡Por supuesto que no! Según la enseñanza del magisterio católico las obras del creyente son meritorias para la salvación, junto con los sacramentos y la fe

A: Ese es el otro punto de diferencia. Ustedes sostienen que es la Iglesia, como institución y a través del Magisterio, que se interpretan las Escrituras, es decir, la única interpretación valida es la del Magisterio; eso y lo de la Tradición, pero como sabes, supongo, el protestantismo sostiene la clave de “Sola Scriptura”

E: Pero es que ambas doctrinas son ciertísimas. Mateo 10 nos habla cuando Jesús instituyó el colegiado apostólico, del cual, según Mateo 16, Pedro es el principal. De ellos tenemos una sucesión apostólica basada tanto en los escritos patrísticos como en la Tradición.

Esta última tiene su sustento escritural en Juan 20:30 y 21:25. Ahí podemos ver claramente que el apóstol hace referencia a que Cristo hizo muchas cosas que no fueron escritas ¿Por qué no pensar que también dijo cosas que no escribieron los apóstoles? El otro problema es que a pesar de que se les dice a ustedes, los protestantes, las cosas con citas bíblicas, ahí mismo dicen que estas no les sirven

A: Es que al decir nosotros que los textos que se presentan no sirven no se dice eso solo “por que sí”, sino porque para poder usar un texto se debe tener en cuenta el contexto de este, cosa que hasta donde tengo entendido, la misma Iglesia Romana no niega. Si esto no fuese así, podríamos sustentar muchas barbaridades de sectas como los mormones, testigos de Jehová, incluso las religiones con raíces gnósticas; por tanto, al mirar cada texto se debe tener en cuenta el contexto que se encuentra en el pasaje.

Entrando ya en detalle, creo que estás olvidando, precisamente, el contexto de esos textos. El primero se trata de Mateo 10 pues, aunque la Biblia si habla de que Jesús escogió a doce apóstoles, no hay ningún indició para decir que se instituyó un “colegiado apostólico”, de hecho, los apóstoles no fueron reemplazados, salvo Judas, por cuestiones Escriturales según Hechos 1, pero podemos ver que ningún otro de los apóstoles fue reemplazado. Por ejemplo, Jacobo fue traspasado por la espada de Herodes, ¿quién tomó su oficio como apóstol? Eso es algo que Lucas nunca narra, y que ciertamente hubiese sido importante y, por tanto, difícil de ser obviado.

Todo esto nos muestra que ni se puede sustentar bíblicamente la doctrina del Magisterio de la Iglesia y también ya nos habla del asunto del Papado, sin embargo, al mirar el texto de Mateo 16…

E: Déjame adivinar, vas a decir que Jesús estaba hablando de sí mismo, ¿Cierto? ¿acaso es que estaba hablando frente a un espejo? – el sacerdote toma un tono jocoso y burlesco

A: Ja ja ja ja, no; no me referiré a ello, ni siquiera tomaré la simple posición de que se refería a la confesión sola, pues es claramente obvio el “juego de palabras” que el Señor usa. Ciertamente Pedro tuvo un lugar de privilegio entre los apóstoles, no por nada Lucas le dedica casi la mitad de su libro. Nuestra explicación es que las palabras de Jesús iban dirigidas a Pedro como el representante de todos los apóstoles, es decir, su confesión era lo que creían todos los apóstoles y fue algo que no se le reveló por su solo ingenio, sino que le fue dado por Dios mismo; sin embargo, este hecho tampoco demuestra un papado perpetuo. Tú te referiste a los escritos patrísticos, sin embargo, al analizar la historia al principio no existía un solo papa, sino que todos los obispos eran conocidos de esa manera. El pontificado romano se dio por circunstancias políticas, en mi opinión hasta cierto punto necesarias, que resultaron por el abandono del emperador al sector occidental cuando estaban fuertemente atacados por los barbaros; esto conllevó a que el obispo de roma fuese ganando poder y relevancia, pero fue un proceso gradual que tiene muchas inconsistencias, ¡¡¡incluso llego a haber tres papas y una papisa!!! Pero no fue sino hasta cerca del primer milenio donde el papado no tuvo su máximo poder, con Inocencio III, esto nos muestra que la iglesia nunca tuvo un papa romano, por ende, tal apoyo de sucesión apostólica desde Pedro, no existe.

Finalmente, pasando a la tradición, se usan los pasajes del final del Evangelio del apóstol Juan, pero curiosamente se omite el verso 31 del capítulo 20 que hace parte del propósito del evangelio; ciertamente el cero 30 dice que muchas cosas de las que hizo Jesús no fueron escritas, pero también en el verso 31 dice que las que se escribieron se escribieron para lo único que se necesita para ser salvo: creer que Jesús es el Cristo, además, al ver la historias de los concilios, muchas veces se contradicen unos de otros ¿cómo confiar en una Tradición así? ¿Qué decir de cuanto un papa dice algo “ex catedra”, supuestamente infalible, y luego otro lo contradice de la misma manera?

E: No es que lo contradiga, sino que muchas veces no se le interpreta correctamente

A: Muchas ocasiones con claras contradicciones, por ejemplo, el Concilio de Orange condenó el semipelagianismo, posición que luego iba a tomar la ICAR con Tomás de Aquino y a ratificarla tanto en el Concilio de Trento, como en el de los Vaticanos I y II.

E: Pero es que es más que claro que el actuar del creyente es necesario para la salvación. Dios sería injusto si permitiese ir al infierno a una persona que obra con mucha piedad y caridad. Ciertamente estos atributos por si solos no son suficientes, pero sí necesarios; estos, con la gracia sacramental que es administrada por la Iglesia, justifican al creyente delante de Dios.

A: Y ese es otro punto, y el más importante, en el cual difieren nuestras concepciones. Como sabrás los protestantes creemos es en la salvación por solo gracia mediante la fe

E: Nosotros también creemos en la salvación por gracia mediante la fe

A: Sí, pero ten presente el adjetivo “Solo”. Ciertamente en lo que diferimos es en la aplicación de la salvación a los creyentes, ustedes se basan en la gracia de Dios que es administrada por la Iglesia mediante los sacramentos que conceden al hombre el poder hacer méritos delante de Dios. En otras palabras, el sistema romano es sacramental, y lo es tanto que, sin los sacramentos, Roma no sería Roma.

E: Continúa

A: Básicamente toda la divergencia se da en la concepción del resultado de la caída. Aunque ustedes reconocen que en La Caída el ser humano perdió capacidad para relacionarse con Dios, niegan que todo el ser humano haya sido afectado por el pecado, tanto así que, indican que el hombre, mediante el solo uso de la razón, puede llegar al conocimiento de Dios.

E: ¿Y no es eso lo que enseña Romanos 1?

A: No, no es eso. Romanos 1 enseña ciertamente que la creación da testimonio de la existencia de Dios, pero también dice que, por la inclinación de pecado en el hombre, este terminó adorando a la creación y no al creador

E: Entiendo, pero se debe tener en cuenta que en Mateo 16, El Señor le entrega las llaves del Reino a Pedro, y a los apóstoles, pues, si tomamos la posición que me explicaste hace un momento; por ende, es la Iglesia la que tiene el poder de administrar la gracia mediante la cual el hombre tiene el poder de hacer méritos.

A: Hay varias inconsistencias en tu afirmación. La primera es que, aunque ciertamente las llaves del Reino le fueron dadas a los apóstoles, esto no fue con el fin de enseñar que la Iglesia tiene el poder de controlar la salvación, sino que se trataba de un aspecto en donde la Iglesia, en el nombre de Cristo y según las directrices de Mateo 18, puede aplicar disciplina a sus miembros para salvaguardar el honor de Cristo.

La segunda es la concepción que tienes de la Iglesia como una institución, y es claro, pues desde muy antiguo los sacerdotes o el cuerpo eclesial romano se han visto como “superiores”, o una mejor palabra es como “la herencia de Dios”, de ahí la palabra Clerigo, haciendo alusión a los levitas,  e incluso en la ordenación de ministros se cita el Salmos 16:5; pero olvidan que Pedro llama “laós” de la cual es la palabra “laico” a “todo el pueblo de Dios” en 1 Pedro 2:9-10 al mismo que llama “Klerón” en 1 Pedro 5:3. Además de que también olvidan que el Salmos 16 fue cantado por el rey David, el cual claramente no fue sacerdote ni levita

Finalmente, el concepto de gracia que parece tener, o que transmite al menos, la Iglesia romana es una de como si se tratase de una energía, sustancia, o fuerza, pero claramente la Escritura nos enseña que la gracia de Dios es una disposición del Señor de dar a alguien lo que no merece. O sea que no se trata de una “sustancia” sino de un actuar de Dios.

El sacerdote Edward queda muy intrigado con dicha explicación, frunce el ceño y se inclina un poco

E: Continúa tu argumentación

A: El hecho está en lo que respecta al significado de la palabra “justificación”, pues nosotros los protestantes no creemos, como lo hacen ustedes, que esta haga una persona “santa interiormente” de tal manera que esta pueda hacer méritos propios ante Dios

E: Pero es que la epístola de Santiago, en su segundo capítulo, es totalmente clara: la fe sin obras es muerta, y Abraham fue justificado por sus obras. Nosotros creemos y sostenemos totalmente que el hombre está contaminad por el pecado original, pero precisamente por eso son los sacramentos; en ellos, Dios deposita su gracia en el creyente, comenzando desde el bautismo, el cual es el inicio de la vida espiritual, pasando por los demás ayudando al creyente a crecer en justicias y capacitándolos para hacer méritos ante Dios. Unos sacramentos de vivos por producir la gracia santificante, y otros de muertos en el sentido de permitir recuperar la gracia a aquellos que han caído de ella por sus pecados actuales.

A: El punto está precisamente en el sistema sacramental, como te decía. Al creer ustedes que la iglesia es la administradora de la gracia, hacen que el creyente dependa totalmente de esta, en últimas, el creyente no confía tanto en Cristo, así lo niegue, sino en la iglesia que le ha administrado los sacramentos; pero la cuestión es que , sin entrar en detalles de los números, los sacramentos son símbolos externos que representan una realidad interna, pero aún así, ustedes indican que en el bautismo se le perdona el pecado original al infante, pero que este al crecer, cometerá pecados que le harán perder esa gracia inicial, de ahí la necesidad de los demás sacramentos, pues se cree y enseña que en el bautismo y en los demás sacramentos, se borran los pecado cometidos en el pasado, pero dejan al creyente en una situación neutra, es decir, con la cuenta en ceros, y con la responsabilidad de sumar para hacerse a la salvación.

Ahora bien, se deben tener en cuenta en el pasaje de Santiago, dos cosas: la primera es que Santiago usa el término “Justificación” no en el sentido de “hacerse justo” sino en el sentido de “mostrarse justo”, es decir, alguien que realmente ha sido justificado por Dios lo evidenciará en su forma de vivir y actuar. La segunda es que el pasaje que toma el autor bíblico sobre Abraham es uno que va después del que toma Pablo en su epístola a los Romanos donde enseña que Abraham fue justificado por la fe, esto nos muestra también que el ejemplo que toma Santiago es que Abraham fue mostrado como justo, cosa que ya era, cuando ofreció a Isaac. En resumen, ustedes tienen por justificación, lo que nosotros los protestantes entendemos también por santificación.

E: Explícate

A: Para nosotros la justificación se trata de un acto legal, como bien acertó Trento, aunque condenándolo, donde el pecador no solo se le es perdonada la culpa, sino que Dios imputa al creyente las justicias de la vida perfecta de Cristo. Nos basamos como Romanos 3:26, 28; 4:3-5; 5:1; 8:33,34; Lucas 7:29, entre otros; además de textos del Antiguo Testamento como Deuteronomio 25:1; Proverbios 17:15 e Isaías 5:23. Como ves, nosotros vemos esta enseñanza en toda la Escritura.

En cuanto a la santificación, entendemos que es un proceso por medio del cual Dios, en colaboración del creyente, va librándonos del remanente de pecado que permanece aún en quienes han confiado en el Señor, con el fin de hacernos cada vez más como Cristo. De ahí todos los pasajes donde Dios nos demanda obediencia a sus mandatos y un alejamiento y rechazo al pecado.

En resumen, para nosotros el creyente cuando cree le son perdonados todos sus pecados y declarado ya como justo porque las justicias de Cristo le son contadas como de él, pero al permanecer un remanente de pecado en el creyente, entonces entra Dios, por medio de su Espíritu y en colaboración de la obediencia y confianza del creyente, va haciéndonos cada vez más como el Señor. Y este es el punto más esplendido… Yo te hago una pregunta ahora: tu eres sacerdote, has participado obedientemente de los sacramentos, entonces, cuando mueras, ¿Irás al cielo o al infierno?

E: Eso es algo de lo que nadie puede estar seguro totalmente, pues sería presunción y orgullo decir que he sido tan bueno que merezco ir al cielo ¿no es así? Yo he llevado mi vida sobre lo que la Iglesia ha enseñado y tengo confianza en que, por lo menos puedo tener esperanza de salvación, aunque mi perfección posiblemente se de en el purgatorio

A: Pero eso es presunción también, ¿no? Es decir, dices que tienes la esperanza de que las acciones que has hecho te pueden dar entrada al cielo, al final ¿no es decir que has hecho suficientes obras como para considerar que sí puedes pasar al cielo?

E: No lo veo como presunción sino como aquella esperanza del estudiante que, aunque no sepa si pasó el curso, mantiene una cierta o especie de seguridad pues se preparó y estudió para el examen final

A: Sea como sea tu seguridad se basa es en tus obras, y dime ¿qué día hay en que no pequemos?

E: Sí, claro, pecamos todos los días y a todo momento; precisamente allí radica la necesidad de los sacramentos, para renovar esa gracia que se pierde con los pecados cometidos después del bautismo

A: Nosotros no lo vemos así. Es totalmente claro que estar seguro de su salvación es una presunción orgullosa si basamos nuestra justificación en los actos buenos que cometemos, pues es precisamente cierto que todos los días pecamos ¡y de qué forma! Pero a eso es que quería llegar: si la justificación es hacernos a nosotros como justos, ¿qué seguridad tenemos de que realmente estamos siendo justificados? Pues todos los días fallamos ¿y si llevamos una excelente vida y al último minuto cometemos un pecado de los cuales ustedes llaman “mortales? Esa es una gran incertidumbre que produce un gran desespero ¡se puede entender totalmente a Martín Lutero! ¿no es cierto?

En lugar de eso, nosotros basamos la justificación es en las obras perfectas de Cristo. Él vivió una vida perfecta y cumplió toda la ley de Dios, entonces, al morir en la cruz, no solo se ofreció como propiciación por nuestros pecados representándonos en aquella muerte bajo la ira de Dios, sino que también nos representó en su vida perfecta por lo cual sus justicias nos son imputadas. De esta manera podemos estar seguros de nuestra salvación, pues no depende de nosotros sino de Cristo

E: ¿Pero eso no llevaría a una vida licenciosa e impía bajo el pretexto de que ya somos justos? Claramente Cristo vivió una vida perfecta, pero creo que decir que su vida justa nos es contada a nosotros puede llevar aun persona a vivir como quiera, lejos de la obediencia de Dios y decir “soy justo porque Cristo me representó y sus justicias son mías, así que no importa como vivo ya”

A: Entiendo tu preocupación y tu punto, pero ¡precisamente eso es lo que responde el apóstol Pablo en Romanos 5 y 6! Eso nos indica que has entendido bien el punto. Me queda poco tiempo por otros compromisos del día, pero permíteme terminar explicando mi punto

Ciertamente el sentido y preocupación que expresas se puede dar, y se da en cierta manera, pero de ninguna forma decimos que, quienes se expresan de tal manera, sean verdaderos creyentes. Nosotros entendemos las cosas, según vemos en la Escrituras, de la siguiente forma:

Romanos tres nos enseña que nadie es bueno, nadie puede hacer lo bueno y que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios, por tanto, el hombre solo merece una sola cosa: el castigo divino, toda la ira de Dios sobre él por cuanto a traspasado su pacto, y ciertamente Dios ha establecido un día donde juzgará a vivos y a muertos, según sus obras, y les dará la justa retribución. Pero Isaías nos muestra que nuestras mejores obras son como trapos de inmundicia, es decir, nuestras obras no son suficientes para agradar a Dios y hacernos a la salvación, por tanto, el hombre está en una condición desoladora y desesperante. No hacemos la división entre pecados “veniales” y “mortales” por cuanto todo pecado tiene como resultado la muerte, es por eso que todo hombre está muerto si no ha creído en Cristo y su fin será la ira de Dios eternamente.

Pero Dios envío a su hijo en forma de hombre para cumplir la ley por nosotros, quien ninguno puede cumplirla ni por cuanto quien falle en un solo punto, se hace transgresor de toda la ley. Cristo, entonces, cumplió por nosotros la Ley que venía a ser nuestra condenación, y en la cruz recibió todo el castigo que debió ser sobre nosotros, por eso hay salvación segura en Cristo para todo aquel que cree. Esta salvación es anunciada por medio del Evangelio, herramienta que Dios destino para el llamamiento de sus elegidos, y quienes lo son, escucharán tal llamado y correrán a Cristo en sincero arrepentimiento y verdadera fe, para nacer de nuevo y ser contados como ovejas del rebaño de Cristo, por lo cual él dice que “no se perderá ninguna, ni nadie las arrebatará de su mano. Es por eso que quien ha creído verdaderamente en Cristo se regocijará y vivirá confiado pues sabe que ya no hay ninguna condenación para él pues al final será glorificado porque Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta.

Dado esto, nuestra confianza no está puesta en ningún hombre o enseñanza eclesial, salvo las que se encuentras coherentemente explicadas con base de todo el consejo Escritural, que es la única revelación de Dios, suficiente para abundar en buenas obras que el mismo Dios nos preparó de antemano. No creemos en las enseñanzas del papa ni de la ICAR porque muchas contradicen lo Escritural. El bautismo y la Eucaristía son símbolos que representan verdades espirituales, pero para nada hacen al creyente más justo, pues toda la gloria debe ser de Dios, de ahí que nosotros no tengamos méritos propios, sino que nuestra obediencia es en agradecimiento y amor al Señor que nos salvó, basados en nuestra nueva naturaleza y nuestros méritos no son sino los méritos perfectos de Cristo, los únicos valederos ante el Padre, pues solo él pudo cumplir a cabalidad y en perfección, la ley de Dios.

E: Ahora entiendo todo… jummm- Se toca la coronilla mientras piensa – Verdaderamente son muchas las diferencias. Me has dado mucho de que pensar, y para serte sincero, mucho por lo cual estudiar, pues tengo que aceptar que tus puntos son coherentes e interesantes, a primera vista por lo menos.

Si me queda es claro que de ninguna manera puede haber una unión total entre nosotros y ustedes, pues muchas de las cosas que dices son contrarias a las que creemos, incluso condenadas en cierto sentido.

A: Exactamente, ahora puedes por lo menos ver el porqué me opongo tajantemente a las cuestiones ecuménicas

E: sí, entiendo perfectamente – Suelta una sonrisa – Bueno, Andrés, agradezco tu tiempo y tus explicaciones. Puedo dilucidar un poco más el panorama

A: Es un gusto, y espero poder tener un reencuentro, con un poco más de tiempo, para una charla más profunda; pero sí quería instarte a que estudies mucho de los concilios y mires sus contradicciones, así mismo que la Escrituras. Y si eres sincero en lo que dices, ora a Dios para que te muestre toda la verdad.

E: Prometo tener en consideración lo que dices, y hacer lo posible para un reencuentro.

A: Esta bien

Ambos estrechan sus manos y sonríen de manera amistosa y cordial, paso inmediato se alejan el uno del otro por caminos distantes, y la plaza va quedando y concurriendo en sus actividades del día, entre muchos transeúntes que, sin darse cuenta, estuvieron en el lugar donde dos cosmovisiones milenarias tuvieron su primer encuentro.

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