Desde que nací, Dios me dotó con cierta inclinación
al estudio, por eso, a pesar de que pasé por una “fase de rebeldía” en mi época
escolar, mis notas no fueron pasadas desapercibidas. Cuando por la gracia del
Señor, me convencí de pecado y llegué a sus pies, prontamente me interesó mucho
el estudio de las Escrituras y el conocer sobre mi Señor y su Iglesia;
lamentablemente nací de nuevo en el Señor en una iglesia de carácter
pentecostal, que si bien no despreciaba el estudio, por el contrario lo alentaba,
ciertamente el estudio que brindaban era un muy pobre en materia teológica.
Incluso cuando curse parte de un seminario perteneciente a la denominación en
la que era miembro, algunas de sus asignaturas esa demasiado superficiales.